Me explico: Mientras la burguesía catalana celebra la victoria de su equipo frente al Real Madrid no abre la boca para airear a los cuatro vientos que España nos roba... Las derrotas del equipo merengue frente al Fútbol Club Barcelona son jaleadas hasta extremos insospechados. Mucho más que si sus seguidores tuvieran en su haber 15 títulos de Copas de Europa. El Barcelona es un club grande de nuestro fútbol. Verdad incuestionable. Aunque de todos es conocido su oscuro proceder en una época denigrante para nuestro fútbol.
El Fútbol Club Barcelona, debido a que en su caja de caudales nada más que había telarañas, pasó por una crisis económica que invitaba a socorrerlo. Situación que aprovecharon los poderes afines para salvar a una entidad deportiva que se vio obligada a surtirse de futbolistas procedentes de La Masia; jóvenes con la edad en la boca y repletos de ilusiones. Ahí es nada jugar en La Liga Santander. Ni que decir tiene que Luis de la Fuente -seleccionador nacional- vio el cielo abierto por contar con ellos. Es decir, con Gavi, Pedri, Yamine Lamal, Cubarsí, Balde, Fermín, Pablo Torre, Casadó... La decisión fue acertada y el éxito llegó con suma rapidez.
Meses atrás, cuando el Fútbol Club Barcelona comenzó a recuperarse económicamente por medio de algo llamado 'palancas', su presidente se quejó de los árbitrajes y llegó a decir que si seguían así estaba dispuesto a evitar que sus jugadores actuaran con la Selección. Esas declaraciones están en la hemeroteca. Y a partir de ahí los jefes de los 'trencillas' comprendieron perfectamente la misiva de Joan Laporta. El cual no creo que tenga motivos para quejarse de los arbitrajes que viene recibiendo su equipo. Y que Real Madrid Televisión no se cansa de airear a voz en cuello.
Quien escribe no es partidario de que se hable de los árbitros continuamente. Porque comprendo que arbitrar es muy difícil. Pero tampoco soy de los convencidos de que yerran sin querer. Máxime cuando cuentan con la ayuda de un VAR que les puede mostrar algo que no han visto. Y es entonces cuando me vienen a la memoria las palabras de un árbitro madrileño que alcanzó la fama como colegiado y me contaba hechos relacionados con el mundo del arbitraje. El sitio de nuestros encuentros era la Cafetería Bar Recoletos de Madrid. Cuando los años sesenta estaban dando las boqueadas y principiaban los setenta.