Hay mucha gente que cuando ha de hacer algo, hace algo, aunque no sea exactamente lo que ha de hacer. Es lo que le está ocurriendo a Lamine Yamal. El cual se ha empecinado en destacar por sus malos modales en el terreno de juego. Y lo hace convencido de que su habilidad futbolística le permite comportarse como un vulgar muchacho que mira a sus adversarios por encima del hombro. Y lo que es peor: los provoca sin ningún tipo de miramiento. Quien escribe quedó admirado del Lamine que deslumbró con su equipo y con la Selección Española siendo más niño de lo que ahora es. Y así lo divulgué varias veces en esta columna.
En uno de esos escritos le dije a Lamine que debería apartarse de ese entorno de aprovechados que le adularían todos los días y fiestas de guardar. Halagos falsos que le causarían problemas má pronto que tarde. Incluso le auguré que semejante situación acabaría repercutiendo en su rendimiento. Amén de recordarle que el éxito es probable que destroce a una persona; sobre todo cuando nunca lo tuvo o bien le llegó con la edad en la boca. Por cierto, debo decirte que la boca hay que cuidarla en todos los sentidos. De haberlo hecho tú, joven Yamine, no se te habría ocurrido decir a voz en cuello que el Madrid roba partidos. Declaración malsana que ha ofendido a miles y miles de madridistas que están esparcidos por todo el mundo.
En fin, a partir de ahora Lamine Yamale -y por más que Luis de la Fuente destaque, una y otra vez, la gran persona que eres y que yo no pongo en duda- tendrás que soportar lo dicho contra el Real Madrid. El equipo más laureado del mundo. Y además de pedir perdón por las acusaciones vertidas contra la entidad blanca sería conveniente como penitencia que te dedicaras a jugar al fútbol como lo que eres: un genial futbolista. De no ser así, mucho me temo que esas palabras se volverán contra ti sin prisa pero sin pausa. Es decir...
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Comenta mis escritos ,pero desde el respeto.
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.