Blog de Manolo de la Torre


Entrenador de fútbol, ha ejercido la profesión 19 temporadas. Escritor en periódicos,
ha publicado una columna diaria, durante dos décadas, en tres periódicos ceutíes.

viernes, 20 de marzo de 2015

La importancia del medio campo

Hubo un tiempo en el cual casi todos los entrenadores de fútbol suspiraban por tener en su plantilla un medio centro, escudo de la defensa era llamado entonces, capacitado no sólo para evitar los deslices de sus zagueros sino también, como no podía ser de otra manera, experto en tareas de contención. Requisito indispensable era, asimismo, que le diera buen trato al balón, para que éste fuera casi siempre a sus compañeros. Los volantes defensivos, o volantes centrales, con estatura apropiada para batirse en el juego por alto, sabiendo manejar el esférico y teniendo una visión clara de la colocación y sentido de la anticipación, así como dotados de espíritus de sacrificio y voluntad a raudales, escaseaban. Lógicamente, los que había estaban en los clubes de campanillas.

Ante tal situación, muchos entrenadores decidieron situar en el centro del centro del campo a un tercer zaguero central; a ser posible corpulento, y con misiones concretas: ayudar a sus compañeros de retaguardia y, debido a que eran poco hábiles con el balón en los pies, recibían la orden de pasar el esférico al compañero más cercano. Y, ante cualquier duda, se les recomendaba hacer un despeje orientado o bien patada perpendicular a la pelota, lo más lejos posible.

No todos los entrenadores tomaban las mismas medidas. Los hubo que situaron en esa zona vital del medio terreno a jugadores bajitos, con buen dominio del esférico, y que fueran tan atrevidos como para echarse hacia atrás con el fin de recibir la pelota y jugarla con sus compañeros. Y a fe que algunos futbolistas tuvieron su momento de fama y hasta de gloria, desempeñando esa tarea. Bien es cierto que les duró poco tiempo ese pasaje que fue festejado por muchos. Duró, todo hay que decirlo, el tiempo que otros entrenadores supieron contrarrestar tácticamente la labor ya reseñada de los medios centros.

Al que hacía de escudo de la defensa, por ser alto y fuerte, decidieron ponerle encima a un delantero aguerrido, corpulento, veloz, a ser posible, y dispuesto a que el escudo de la defensa no pudiera pensar cuando tenía el balón en los pies. Así, amén de amargarle la existencia al futbolista en cuestión, se le hacía mucho daño al equipo. Al otro, al que jugaba como los ángeles, si es que los ángeles juegan al fútbol, y se permitía alegrías con el balón dominado, siempre alabado por sus cambios de orientación, pases, regates y visión del juego, el antídoto fue marcarlo con un volante resistente, rápido, con disciplina espartana y conocedor de su oficio. Capaz, en cuanto robaba el balón, de irse hacia el marco contrario como una exhalación. A fin de provocar desconcierto generalizado en sus adversarios. Y, claro, los aficionados empezaron a decir que si jugaba bien el volante estrella, el equipo de sus amores ganaba; pero que si no, perdía. Y daban muchas y variadas excusas. Pero pocos acertaban con el quid de la cuestión.

Ante las evoluciones que se iban produciendo tácticamente en el fútbol, muchas y verdaderamente dignas de mencionarse, surgieron dos ideas: la primera, hacer posible que el medio centro fuera completo. Es decir. que defendiera, que organizara, que tuviera extraordinario dominio del balón y... apareció Pirlo.  Por poner un ejemplo. La segunda, que siempre me agradó sobremanera, fue la de formar un medio campo en el cual todos sus componentes tuvieran cualidades suficientes para que, ante cualquier momento desacertado de alguno de ellos, o lesión, surgieran los demás miembros aportando gran rendimiento. Aunque en el empeño tuvieran que adaptarse a las circunstancias exigidas en tales momentos.

Barcelona y Madrid llegan al partido del domingo con problemas en el medio terreno. Debido a que los dos equipos juegan el mismo sistema: 4-3-3, con variantes distintas. Por exigencias más que conocidas: necesitan que actúen sus tres delanteros estrellas. En el Madrid confían que la vuelta de Modric alivie parte de la pesada carga que ha venido soportando Kroos. En el Bernabéu, en la primera vuelta, se impusieron los locales porque su medio campo contó con cuatro hombres: Kroos y Modric por el centro, y James e Isco por los costados. Aquel día, por estar lesionado, no jugó Bale. En esta ocasión, el galés podría jugar en el sitio de Isco  y éste en el de James. Y el 4-4-2 le daría más consistencia a los madridistas.

En lo que se refiere al Barcelona, creo haberlo dicho ya, ayer o anteayer, que para el caso es lo mismo, estoy convencido de que Messi tendrá que multiplicarse para que su equipo domine la situación. No me extrañaría, pues, que el argentino se colocara por los alrededores de Kroos y Modric, dejando la banda derecha, para distraerlos. Y Suárez, escorándose al lado de Marcelo, mediante desmarques adecuados, mantendría dubitativo al brasileño. El fútbol, por más que evolucione, nunca dejará de sustentarse gracias al medio campo. El equipo que lo domine será muchas veces ganador. Axioma.

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