Blog de Manolo de la Torre


Entrenador de fútbol, ha ejercido la profesión 19 temporadas. Escritor en periódicos,
ha publicado una columna diaria, durante dos décadas, en tres periódicos ceutíes.

jueves, 14 de abril de 2016

Apuntes del Atlético de Madrid-Barcelona

Lionel Messi -por causas que desconozco- está en Babia desde hace ya varias semanas. Aunque, por ser humano, a veces tiene todo el derecho del mundo a estar distraído y ajeno a la realidad que lo circunda. Pero el hincha azulgrana no lo entiende y se expresa de tal guisa: "Quien gana tanto dinero no debe jugar con el mínimo esfuerzo ni contra el Madrid, ni frente a la Real Sociedad, ni mucho menos ante el Atlético de Madrid". Lo cual no me extraña, debido a que los fanáticos son a menudo gente más agradable que razonable y equilibrada.

Así que la desilusión ha empezado ya a cundir entre los seguidores del Barça. Y hasta impera el canguelo entre ellos: pues temen la visita del Valencia al Camp Nou. Porque un desliz ante el equipo 'che' sería motivo suficiente para que se armara la Gorda en el estadio. La cara de Luis Enrique era todo un poema ayer por la noche en la sala de prensa del Vicente Calderón. Verdad es que el entrenador blaugrana siempre deja traslucir su talante agrio.

Iniesta. Es el jugador más querido por los españoles. Sin duda. Merecidamente, además. Por ser tan grande futbolista como por dar la impresión de no haber roto un plato en su vida. Lo reúne casi todo para ser idolatrado: juega de cine y, por si fuera poco, marcó el gol que le dio a España el título de Campeona del Mundo frente a Holanda. También se le agradece que no ejerza de charnego en ningún momento.

Ahora bien, Simeone, conociendo sobradamente defectos y virtudes del jugador nacido en Fuentealbilla, dispuso casi todos los ataques de su equipo por el lado de Iniesta y Alba. Todo un acierto del hiperactivo entrenador argentino. Por ese sitio llegó el gran centro de Saúl -magnífico jugador- con el exterior de su pies izquierdo. Pase medido a un espacio libre al cual llegó tan justa como espléndidamente la testa de Griezmann. La actuación de Iniesta, pues, no fue buena. Pero al menos luchó denodadamente. Que no es lo suyo, dicho sea de paso. Luis Enrique no tomó medida alguna para corregir un problema que se veía a una legua.

El Atlético de Madrid, y lo he dicho ya en repetidas ocasiones, no hace sino jugar a lo que quiere su entrenador. Y se emplea con las armas de equipo pequeño pero con jugadores aguerridos, veloces, disciplinados, entusiasmados, con calidad y dispuestos en todo momento a no salirse del guión establecido por el jefe, siempre y cuando no sea para llevar a cabo una acción extraordinaria. O sea, que les está permitido improvisar sólo a quienes saben. Y quien no se amolde a las reglas establecidas pasa al ostracismo en un suspiro.

En el equipo colchonero, entre otras muchas cosas, prevalecen las misiones concretas. Así que cada cual sabe a qué atenerse. Su repliegue a campo propio -con marcajes severos, ayudas, coberturas y entrega absoluta-, cuando la condición física mengua, propicia acciones de equipo menor. Mas su afición no sólo lo soporta todo sino que alienta a su equipo sin cesar para que los jugadores recuperen cuanto antes el segundo aliento. Ahí radica el secreto. Y, cómo no, para jugar de esa manera es necesario contar con un extraordinario portero. Y Oblak lo es.





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