Blog de Manolo de la Torre


Entrenador de fútbol, ha ejercido la profesión 19 temporadas. Escritor en periódicos,
ha publicado una columna diaria, durante dos décadas, en tres periódicos ceutíes.

jueves, 19 de mayo de 2016

Vivir en Ceuta es una gozada

Si leer es un placer, qué decir de la relectura. Volver a leer La voluntad de José Martínez Ruiz, autor que luego adoptaría como seudónimo el apellido Azorín, personaje principal de la novela, me ha hecho disfrutar varias tardes. Y, por supuesto, he vuelto a estar de acuerdo con el pensamiento de Antonio Azorín sobre la vida de los pueblos:

-Es una vida vulgar, una vida más clara, más larga y dolorosa que la de las grandes ciudades. Y sigue pensando que el peligro de la vida de pueblo es que se siente uno vivir..., que es el tormento más terrible. De ahí que los prejuicios en los pueblos cristalicen con una dureza extraordinaria. Surgen las pasiones pequeñas. Y en vista de que la energía humana necesita un escape, un empleo, no puede estar reprimida y hace presa en las cosas pequeñas, insignificantes, y las agranda, las deformas, las multiplicas... Y acaba razonando Azorín: He aquí el secreto de lo que podríamos llamar hipertrofia de los sucesos.

Estamos hablando de un pensamiento de principios del siglo pasado, pero que, bien mirado, vale perfectamente para entender los motivos de muchas de las situaciones que vivimos en una ciudad pequeña, por sus escasos kilómetros cuadrados, como es Ceuta. No cabe la menor duda de que aquí todos los hechos se juzgan mediante grandes dosis de exageración. Y tales hechos, si es posible, se mantienen en cartel hasta que la parte señalada con el dedo acusador, sienta el yugo opresor sobre su cuello y pida árnica o desaparezca por el foro.

Llevo ya escribiendo muchos años en periódicos y sé cómo ciertas opiniones mías han generado un clima enrevesado y aun peligroso a veces. Llegando incluso a comprobar cómo me dejaban de saludar personas que hasta entonces eran la mar de agradables conmigo. Y a la inversa. Circunstancias que difícilmente se producen en urbes grandes.

Tampoco beneficia al opinante que la ciudad tenga cierta ascendencia endogámica. Pues sucede que de pronto te encuentras con que hay funcionarios que te han tomado la matrícula, como se dice vulgarmente, y te esperan con enormes ganas de aplicarte un correctivo. Ciertamente, los hay emboscados y soñando con que se les presente la oportunidad para apretarte las clavijas. Y hasta son capaces de recurrir a subterfugios con tal de salirse con la suya.

De ahí que escribir en esta ciudad sea -más que llorar, que dijo Larra- un riesgo constante. Si lo sabré yo... que he sufrido persecuciones y de las que me he defendido con lo único que poseo: mi modesta pluma. Y, como profesional que he sido de un deporte mayoritario, siempre supe conservar el buen talante tanto en las derrotas como en las victorias. Eso sí, jamás he dejado de ahondar en las causas por las que se habían producido ambas.

A pesar de lo reseñado, y por más que la vida de las ciudades pequeñas lleve consigo los prejuicios, las pasiones menores, los odios enconados y hasta las exageraciones, vivir en Ceuta es una gozada. Así lo hubiera entendido incluso Antonio Azorín: personaje principal de La Voluntad.



No hay comentarios:

Publicar un comentario

Comenta mis escritos ,pero desde el respeto.

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.