Blog de Manolo de la Torre


Entrenador de fútbol, ha ejercido la profesión 19 temporadas. Escritor en periódicos,
ha publicado una columna diaria, durante dos décadas, en tres periódicos ceutíes.

domingo, 5 de junio de 2016

El piropo español

España fue durante mucho tiempo una de las pocas naciones europeas que practicaba el piropeo de los hombres a las mujeres a calzón quitado.Una costumbre ensalzada y defendida por muchos. Un gran escritor -Eugenio D'Ors- llegó a definirlo diciendo que el piropo era un madrigal de urgencia. ¡Ganas de hacer literatura!; le respondieron entonces y hasta  trataron de enmendarle la plana: "El piropo no es más que la demostración colectiva de un país que padece de hambre sexual".

¿Qué podríamos pensar de un ciudadano que al pasar por un mercado y ver los diversos generos que se expenden, se acercase a una merluza y, poniendo los ojos en blanco, exclamara: ¡Preciosa! ¡Cómo me gustaría comerte bien rociadita con mayonesa! Pensaríamo -sigue diciendo Evaristo Acevedo- que el ciudadano en cuestión estaba muerto de hambre y que no había tomado merluza desde que le destetaron. Pues algo por el estilo sucede con el ensalzado piropo dedicado a la mujer.

Acercarse a una desconocida -insiste EA- para dar vivas a la madre que la parió o para comunicarle que tiene los ojos más grandes que los pies, descubre que quien requiebra tiene unas ganas enormes de acostarse con una mujer -para no dormir- y que ni lo consigue ni sabe cómo conseguirlo. Ni que decir tiene que hace un siglo que el piropo español dejó de ser un símbolo y quien no lo entienda se expone a que le zurren la badana desde todos los ángulos de una época en la cual tanto hombres como mujeres nos la solemos coger, permítanme la expresión, con papel de fumar.

No obstante, Francisco 'Lobo" Carrasco, exfutbolista y comentarista deportivo de televisión, mucho más aguerrido que lo era como jugador, no ha dudado en desafiar a la concurrencia resaltando en su tuit de homenaje a la tenista, Gabiñe Muguruza, por su triunfo en Roland Garros, las piernas maravillosas de ésta. Requiebro que le ha salido del alma y que le está costando ser tildado de machista y de otras lindezas por el estilo.

Yo no sé si Carrasco tiene pareja, y si la tiene, de qué manera se habrá tomado el mucho entusiasmo que las piernas de Gabiñe Muruza, largas, largas, largas y torneadas, han despertado en su hombre. Pero de lo que sí estoy seguro es que su bronca no alcanzará los límites de quienes no han dudado en ponerlo como chupa de dómine. Y, desde luego, mentiría si no dijera que la ganadora de Roland Garros, por más que los requiebros estén desusados, debe sentirse halagada por cómo su físico se ha metido por los ojos del exjugador del Barcelona.

De cualquier manera, ya lo dice la copla dedicada a don Rodrigo: Una mujer fue la causa de mi perdición primera. No hay perdición en el mundo que por mujeres no venga.

Ah, yo dejé de piropear mucho antes de servir en el Cuerpo de Infantería de Marina (1960).


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