Durante los comentarios de Manolo Sanchís Hontiyuelo, correspondientes al partido Club de Fútbol América-Real Madrid, en la 1 de Televisión, atinados como es costumbre en él, me acordé una vez más de su padre: Manuel Sanchís Martínez; jugador del Madrid en los años sesenta y setenta. A Sanchís padre debo agradecerle que siempre que se hablaba de mí como entrenador no se cortaba lo más mínimo en darme mi sitio. Y lo hacía con claridad meridiana: "Tenerlo enfrente como entrenador es complicado; tan complicado como lo son sus equipos. Pero luego es un tipo con el cual da gusto alternar y charlar de lo que venga al caso".
Tales palabras las repitió la última vez que visitó Ceuta como entrenador del Parla y teniendo como testigo a Jesús Carretero. Aquel sábado, víspera del encuentro Agrupación Deportiva Ceuta-Parla, venía MS acompañado de su mujer, Elena Hontiyuelo. Cuya simpatía y entusiasmo por el fútbol hizo posible que conociéramos pormenores acerca de cuando se produjo el debut de su hijo -en Murcia- con el Real Madrid. Hecho ocurrido el 4 de diciembre de 1983.
La madre de Manolo Sanchís Hontiyuelo, ante la mirada risueña de su marido, nos puso al tanto de cómo Alfredo Di Stéfano, entrenador a la sazón, los llamó el día anterior para decirles que tenía pensado alinear a su hijo y a Martín Vázquez -ambos procedentes del filial- con el fin de que tuvieran la oportunidad de ver el partido. Y Elena nos explicó minuciosamente cómo emprendieron el camino en coche y se encajaron en Murcia. Con tanta ilusión como fortuna: puesto que el debutante marcó el único gol del encuentro y que supuso la victoria del Madrid. Y cómo ella miraba a su alrededor y gritaba: ¡Es mi hijo, es mi hijo el que ha marcado el gol!...
Aquella noche, sentados a una mesa del Pub Tokio, yo le hablé a Elena Hontiyuelo, debido a que ella era esposa y madre de futbolistas, el día en el cual su marido se enfrentó a Garrincha en un Trofeo de Carranza, cuando la estrella brasileña era jugador del Flamengo. Sanchís padre actuaba ya como defensa lateral zurdo, siendo derecho. Y Garrincha, durante muchos minutos, lo llevó por la calle de la amargura. Hasta que Manolo entendió de qué manera había que ganarle la partida a un fenómeno cuyas piernas eran tan extrañas como diabólicas manejando el balón. Y lo anuló totalmente.
Entre risas, comentarios y anécdotas, MS quiso saber el motivo de mi retirada como entrenador, que se había producido dos años atrás, y si era definitiva o era, simple y llanamente, una excusa para descansar y volver con renovados bríos. Mi respuesta fue que la decisión tomada no tenía vuelta de hoja. Que mi deseo, durante muchas temporadas, había sido entrenar en la máxima categoría. Y que había estado varios años a punto de lograrlo. Pero, unas veces por hache y otras por be, no cuajó mi fichaje en la entonces llamada Primera División.
A partir de ahí se habló de mi carácter ante mi complacencia y de otras muchas cosas que bien pudieron ser un lastre en mis aspiraciones. Algunas de ellas las compartía Jesús Carretero. Quien, debido a su afición al fútbol, se lo pasaba en grande. También yo quise saber si Manolo Sanchís Martínez estaba dispuesto a pasarse muchas temporadas como entrenador de Segunda División B. Y me dijo que no. Que muy pronto lo iba a dejar. Porque no merecía la pena trabajar duramente y sufrir tanto en una categoría donde primaba la escasez de medios. Desde entonces no he vuelto a encontrarme con Sanchís padre. Pero sí lo recuerdo cada vez que veo a su hijo en la 1 de Televisión.
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