Blog de Manolo de la Torre


Entrenador de fútbol, ha ejercido la profesión 19 temporadas. Escritor en periódicos,
ha publicado una columna diaria, durante dos décadas, en tres periódicos ceutíes.

martes, 17 de enero de 2017

Me gusta ir a contramano

Sabido es que los martes son los días en los que yo suelo darme mi garbeo por el centro de la ciudad para disfrutar de sus encantos y asimismo con el fin de conocer lo que se cuece en la Casa Grande. Que es como se conoce al edificio que alberga al ayuntamiento. De la Casa Grande se ha dicho siempre: quien se enfrente a ella, más tarde o más temprano tendrá que coger el primer barco.

Yo he vivido esa situación durante muchos años, la tira de años, haciendo acopio de valor y poniendo en peligro no sólo mi modo de vida y la de los míos, sino también mi integridad física. La cual quedó maltrecha cuando escribía en El Faro y fui objeto de un atentado en el cual las vejaciones acabaron lesionando gravemente mi espalda. Aun así, nunca se me pasó por la cabeza embarcarme a prima mañana, rumbo a la península.

Alguien que habla conmigo cada dos por tres y que conoce de pe a pa mis andanzas desde que llegué a esta ciudad, y que dice apreciarme, me aconseja que no sea inquisitivo con el poder y me dedique a escribir a favor de obra y de cuanto me apetezca y me dé la gana. Puesto que tengo la suerte de tener más que lectores militantes.

Ni que decir tiene que agradezco sus palabras, pero también me veo obligado a responderle con claridad meridiana. -Mira, MCH, a mí me agrada sobremanera ir siempre contra flecha. Así que me ha dado ahora por decir que Juan Vivas debe seguir presentándose como candidato a la alcaldía, cuanto toque, y que gane las elecciones. Y, claro, el resultado es desconsolador para mí: porque los hay que se han propuesto perseguirme con saña.

Y hay más: puedo decir a boca llena que jamás le hice el artículo a ningún partido cuando estuvo en el poder (ni a socialistas, ni al GIL -¿se acuerdan del GIL y de los gilistas?- ni al partido Popular). De ahí que mi cabeza siempre tuviera precio. Y de que mi nombre sonara a disidencia. E incluso que, en cierta reunión mantenida con las autoridades locales, un Delegado del Gobierno tuviera el atrevimiento de calificarme de anarquista. Pobre hombre...

En fin, que si escribir en España es llorar, como bien dijo Larra, escribir en Ceuta es peor aún: es, sin duda, saber que si no te alías con el poder establecido te puedes encontrar con la puñalada trapera en cualquier momento. Y, por supuesto, serás vetado en todos los aspectos. Y, si comulgas con todas las decisiones de quienes mandan, serás tenido por un pobre diablo. Eso sí, cebado como un cerdo bellotero. A pesar de ello, si yo he decidido hacerle el artículo a Vivas, cuando lo crea conveniente y justo, no habrá nadie que me haga dar marcha atrás.

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