A las nueve de la mañana suelo yo estar cada día caminando por la ciudad. Procurando que mi corazón trabaje con ritmo suficiente para paliar mi tarea sedentaria. Ya que aún no he conseguido compaginar andar con leer y escribir. Pero hoy, debido a que Nadal jugaba la semifinal del Open de Australia frente al búlgaro Grigor Dimitrov, decidí sentarme ante el televisor. Y allí me he pasado casi cinco horas sufriendo y emocionándome con el tenista mallorquín. De quien un amigo de Palma me dijo en su momento que goza del saber estar y del bien laborar de los mejores chuetas de la capital baleárica. Partido épico el que ha ganado nuestro mejor deportista. La final Federer-Nadal será, sin duda, un gran espectáculo. Que la gane el mejor... y que éste sea el mallorquín.
Álvaro Morata
El 8 de agosto de 2016 contesté así a una pregunta que me hicieron sobre él. "De Morata te diré que es un magnífico futbolista que ha regresado al Madrid tras haberse consagrado en la Serie A italiana, jugando en un equipo grande: el Juventus. Pero él es consciente de que no le resultará fácil disputarle el puesto a Cristiano, Benzema y Bale. Por tal motivo, y aunque ha participado en los partidos de pretemporada, AM ha actuado con una intranquilidad palmaria. Y, por si fuera poco, no ha sido capaz de marcar siquiera un gol. Mal asunto lo concerniente a este jugador, atiborrado de ansiedad; pues a medida que pasen los días sin sentirse válido, su desazón irá aumentando". Ahora, en el peor momento de su equipo, se ha manifestado de esta guisa: "Me siento engañado y me iré si sigue Zidane". A Morata, que es muy buen jugador, deberían abrirle la puerta del Madrid inmediatamente. Que se vaya cuanto antes. Porque sus declaraciones contra Zidane son inadmisibles. Sobre todo porque se ha aprovechado de los problemas actuales para dar el motete.
Atlético-Barça
El sorteo de la Copa del Rey nos ha deparado una semifinal extraordinaria. El Atletico es uno de los equipos más incómodos para el Barcelona. En esta ocasión, además, ambos clubes deben asegurarse la final de un Trofeo que podría ser el único logro si acaso se quedan sin ganar la Liga Santander ni tampoco la Champions League. Semejante emparejamiento debe haber sentado más que bien en la sede del Madrid. Porque los partidos entre rojiblanco y azulgrana serán intensos, fuertes, vigorosos. Y no sería nada extraño que dejaran secuelas entre los contendientes. De la misma manera que les ha ocurrido a los madridistas jugando en tan poco tiempo con el Sevilla y el Celta. A propósito, debo decir que el Barcelona sin Busquets está logrando que sus centrocampistas enlacen con sus delanteros con mayor rapidez. Ya sea jugando con Rakitic en el centro del centro del campo o con Mascherano. Frente a la Real Sociedad, ayer, semejante hecho volvió a ponerse de manifiesto. ¿Me pregunta usted por Messi? Es único. El Barcelona sin él sería nada más que un buen equipo.
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