Blog de Manolo de la Torre


Entrenador de fútbol, ha ejercido la profesión 19 temporadas. Escritor en periódicos,
ha publicado una columna diaria, durante dos décadas, en tres periódicos ceutíes.

viernes, 3 de febrero de 2017

Antonio Castillo, El Oasis y Javier Torregrosa

Fue Javier Prat, mi querido y añorado amigo, quien me presentó a Antonio Castillo Callejas, fisioterapeuta e hijo de médico. Y a partir de ese momento mantuve con Antonio las mejores relaciones. Pero nunca me puse bajo sus cuidados cuando mis articulaciones comenzaron a quejarse lamentablemente. Lo cual no quiere decir que yo no supiera que ACC era capaz de decirle a un renco anda y que éste lo hiciera como si tal cosa. Y así lo hizo con uno de mis cuñados. Hoy he estado con Antonio y hemos recordado a su padre y, cómo no, a nuestro amigo del alma: Javier Prat. A quien hemos puesto en los cuernos de la luna. Que no es sino el reconocimiento del afecto y admiración que sentíamos y que seguimos sintiendo por él.

El Oasis

En julio de 1982 llegué yo a esta ciudad para ejercer como entrenador de la Agrupación Deportiva Ceuta. Era una Ceuta bien distinta a la actual pero que a mí me cautivó desde que puse los pies en ella. Tuve la suerte de que Guillermo Romero me llevara a El Oasis; restaurante situado en el Monte Hacho, regido por Ramón Pouso y administrado en todos los sentidos por una gran mujer: Malika Faytah Misduh. Hablar con Ramón era disfrutar plenamente de historias relacionadas con Marruecos. País que él conocía, como periodista que era, como la palma de su mano. A uno se le caía la baba oyéndole contar historias de aquella Tánger internacional. Disfrutaba tanto con sus anécdotas y, naturalmente, de la cocina marroquí, de la que Malika es extraordinaria especialista, que todos los domingos que la Agrupación Deportiva Ceuta jugaba en el Murube, yo comía en El Oasis. Y además me traía suerte. Hoy he conocido a Soraya, a su marido y a sus hijos, que son quienes mantienen el prestigio del establecimiento. Y les he prometido una visita cuanto antes.

Javier Torregrosa

Como en el Hotel Puerta de África y me atiende, como casi siempre, Javier Torregrosa: maïtre que acaba de cumplir doce años en su cargo. JT fue nacido en Alicante pero ejerce de caballa sin solución de continuidad. Verdad que yo he podido contrastar a cada paso. Eso sí, mentiría si no dijera que mi estimado Javier sigue soñando con el Hércules de Alicante. Equipo de sus amores desde la niñez y que ha ido a menos con el paso de los años. Javier es paciente, comedido, agradable, y sobre todo tiene don de gentes. Su manera de proceder hace posible que los clientes salgan satisfechos y no duden en volver. En Javier admiro yo su cordialidad, sin un ápice de servilismo afectado; su educación y, por encima de todo, su postura erguida y estilizada, de torero que hubiera preferido juiciosamente los manteles blancos a la muleta y las pacíficas comidas a la embestida del toro. Se mueve Javier Torregrosa, pues, con cierto aire solemne. Y resulta placentero verlo hacer cosa supuestamente monótona con arte.

Nota: Me cuentan que se está tratando de dar con el concesionario del quiosco que fue construido -en los años ochenta- en una esquina de la que es hoy Plaza de Ricardo Muñoz, y que está anexionado al Pub Tokio. Y debo decir que esa obra se me permitió realizarla a mí; dado que el sotano existente era un vertedero inmundo, a cambio de hacer usufructo de ella. Lo digo por si alguien tiene a bien ponerse en contacto conmigo.

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