De
haber leído a Juan Ramón Jiménez,
Jorge Valdano, dado que es un hombre que desea levantar esculturas léxicas, sabría lo que el
poeta onubense decía sobre los adjetivos: nadie es merecedor de más de tres.
Pues bien, a los cinco minutos de comenzado el Madrid-Deportivo Alavés ya les había endilgado don Jorge
una decena de ditirambos a Benzema e Isco. Los tres de rigor sí los merecía,
sobradamente, el jugador francés durante el primer tiempo. ¿Por qué? Por algo
muy sencillo: ante la debilidad del medio campo de su equipo, Karim hizo
lo más conveniente y además lo que mejor le va a él. Alejarse de sus marcadores y actuar como
delantero centro falso o flotante.
Y, dado que los zagueros no lo seguían, jugó a su
aire… Y cuajó un extraordinario partido poniendo orden en los metros finales y hasta marcando un gol precedido, todo
hay que decirlo, de fuera de juego. En lo tocante a Isco, aun a pesar de haber logrado el segundo tanto, sigo
diciendo que en la posición de volante por la izquierda y jugando a su libre albedrío empeora a Kroos y sobre todo
empobrece la calidad de Modric. El
jugador nacido en Arroyo de la Miel sólo es rentable cuando lo hace por detrás de sus delanteros. De ahí su éxito frente al Atlético de Madrid en la primera vuelta.
Decía Valdano, durante la primera parte: parece mentira
que haya personas a las que no les guste Benzema…
Y, a renglón seguido, se respondía echando mano de la célebre frase de Rafael El
Gallo: “Hay gente pa`tó”.
Desprecio absoluto del comentarista de verbo florido por quienes sabemos que KB
es tan buen jugador como para exigirle que juegue cinco o seis partidos de
manera excelente y no uno ni dos ni tres.
Así que la gente pa´tó somos
conscientes de que gracias a Benzema el Madrid cumplió el trámite de los
primeros 45 minutos dando cuatro de cal y una de arena. Aunque en el horizonte
se dibujaban ya los males que podían poner a los madridistas al borde del desastre. Así se lo anticipé yo a los aficionados que suelen llamarme en los descansos para pedirme mi parecer de lo
acontecido. Y como es costumbre en mí, en vista de mi acendrado madridismo,
rematando mi opinión con el tópico de siempre: ojalá me equivoque.
La segunda parte fue horrible. Tal y como yo
presentía. Isco se desmarcaba de un sitio bueno a otro peor y en el peor perdía
el balón ante la perplejidad de Modric y de Kroos. Magníficos jugadores a los
que Isco les obliga a cambiar sus modos y sus maneras de ser en el césped. Se
atolondran ante el pasecito corto y horizontal por sistema. Se obnubilan. Y
todo ello redunda en contra de un conjunto hecho a la medida del contraataque.
De modo que el Alavés se sentía más cómodo que en la primera parte. Continuaban presionando con Ibai, Deyverson y Edgar; pero ya no se replegaban a su propio campo cuando perdían el balón, sino que esperaban los fallos del rival para tratar de
batir a un Casilla que dio muestras evidentes de seguridad.
A partir de ese momento fue Modric quien pagó
los vidrios roto; es decir, fue sustituido por Kovacic. Y, aunque el croata se hizo notar, el Madrid seguía rompiéndose en todas sus líneas. Así que Zidane le dio
la orden a Bale de que se colocara como medio volante por la derecha. ¡Que si
quiere arroz, Catalina! Porque los de Vitoria se crecieron todavía más y a
punto estuvieron de empatar el partido. Eso sí, cuando peor lo estaba pasando el
público del Bernabéu llegó el golazo de Isco. Tanto que le va permitir seguir
siendo el futbolista más masajeado por la prensa deportiva. Más vale caer en
gracia...
El tercer gol obtenido por Nacho es el mejor premio a su siempre
callada y excelente labor en cualquier demarcación. Ganó el Madrid, y de manera
abultada, pero su fútbol fue tan mediocre como su organización en el campo. Los
errores cometidos nuevamente por Zidane no deben repetirse ante el Atlético de Madrid. ¡Ah!, se lesionó Varane. Lo sustituyó Carvajal y Danilo cumplió en el
lado izquierdo.
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