Endika, Piqué, independentistas y PSOE

En la temporada 82-83 era yo entrenador de la Agrupación Deportiva Ceuta. Y Manolo Delgado Meco, preparador físico del Athletic de Bilbao y de la Selección Española, amigo desde 1962, me pidió que ayudara al futbolista Endika Guarrotxena: a quien le había tocado hacer el servicio militar en Ceuta. Y dado que Del Río, coronel de Estado Mayor, estaba siempre dispuesto a ayudar al club ceutí, fue posible que a EG se le permitiera jugar. El jugador vasco, además, gozó de un tratamiento especial en todos los aspectos. Pero él se empeñó en mostrar en el cuartel toda la aversión que sentía hacia el Ejército, hacia los ceutíes y hacia los españoles en general. Yo traté por todos los medios de ayudarle. Y decidí, tras una conversación con él, prescindir de sus servicios. Sabiendo que a mí me costaría asumir un coste en forma de críticas acerbas. Por lo cual nunca comprenderé cómo es posible que el seleccionador de España y el presidente de RFEF sigan soportando la forma de proceder de Gerard Piqué. Tal vez sea porque comparten los mismos sentimientos. No olvidemos que ambos, Julen Lopetegui y José Luis Larrea, son chicarrones del norte.

He recorrido varios mentideros de la ciudad y en todos ellos la conversación se trata de lo mismo: de cómo los independentistas catalanes están dispuestos a romper la unidad de España con la ayuda de Unidos Podemos y, naturalmente, de los anarquistas. Y se pìensa que lo están consiguiendo mediante el uso sistemático del miedo. Pero los miedosos deben saber que la jindama es un lastre que nos aterra, que nos empequeñece y nos devora. El problema del miedoso es que sus enemigos, además de ganarle la partida, terminan jiñándose encima de él. Bien haría el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, si no quiere oler a guano, en desterrar sus angustias y pavores y echar mano cuanto antes del artículo 155 de la Constitución. Y si el presidente de la Generalidad, Puigdemont, alias El Peluca, sigue en sus trece, esto es, empecinado en destruir España, se impone el que sea conducido a la cárcel en un amén.

El PSOE es un partido al que yo he votado durante muchos años. También mantuve muy buenas relaciones con quienes dirigieron el socialismo de Ceuta a partir de 1982. Año cumbre para ellos al ganar las elecciones generales. Tuve la oportunidad de altenar casi todos los días con Antonio Rallo, Francisco Fráiz, Fructuoso Miaja, Juan José León, María del Carmen Cerdeira, etcétera. Y por encima de todos los nominados estaba la figura de Manolo Peláez: delegado del Gobierno y hombre cabal. Podría contar innumerables anécdotas y hechos comprometidos que me tocaron vivir con todos esas personas en noches de charlas y jolgorios. Y si no lo hago es porque todavía me atenaza el pudor. Debo decir que yo apenas conozco a los actuales dirigentes del socialismo ceutí. Cierto es que yo no me he preocupado por saber acerca de ellos. Pero los socialistas tampoco son muy dados a ganarse el favor de quien les puede hacer el artículo.  Los socialistas, en estos momentos, harían muy bien en apostar por la unidad de España sin cortapisas. Y una vez abortado el golpe de Estado de Cataluña, tarea compleja, exigir unas elecciones... Y, probablemente, saldrían del pozo hondo en el cual están sumergidos.