Blog de Manolo de la Torre


Entrenador de fútbol, ha ejercido la profesión 19 temporadas. Escritor en periódicos,
ha publicado una columna diaria, durante dos décadas, en tres periódicos ceutíes.

lunes, 9 de octubre de 2017

Puigdemont el temerario

Decida lo que decida mañana, el presidente de la Generalidad está demostrando tener un valor temerario. A mí me recuerda a esos toreros que hacen limpieza de corrales. Esto es, que lidian toros de ganaderias que no quieren ver las figuras del toreo ni en pintura. Y si no aceptan ese envite, ya saben lo que les espera: engrosar la lista de matadores que no hacen el paseíllo en toda la temporada.

Puigdemont aceptó ser presidente de la Generalidad con una misión muy principal: lidiar el toro de la independencia. Morlaco desecho, bronco, con una cornamenta ancha como una nevera y astifino de pitones. Un burel chaqueteado y por tanto dando cornadas por todos los sitios. Y en todo momento presto a mandar al torero al hule del dolor.

Puigdemont lleva ya muchos meses toreando nada más que para su público: los independentistas catalanes. Lo cual le ha sido posible gracias a la confianza que en él depositaron Unidos Podemos y algunos empresarios catalanes. Porque lo vieron como el hombre dispuesto a jugarse la vida con tal de pasar a la historia como un personaje capaz de templar las embestidas furibundas de todos los poderes de una España unida desde 1492. Y cuya desunión sería considerada como un fracaso.

Puigdemont, debido a que hasta ahora ha ido sorteando todas las tarascadas de mansos y bravucones, en el centro del ruedo, sigue componiendo la figura, erguida la planta y destilando chulería por todos los poros de su cuerpo. Da la impresión de que no le afecta el jugarse el tipo. Puesto que no hay día sin que el maestro de Gerona no haga el paseillo mirando por encima del hombro a los espectadores españoles.

Puigdemont ya ha alcanzado fama mundial. Pase lo que pase en su última corrida, que es el martes, su nombre aparecerá en todos los libros como un personaje con un valor superior al de El Guerra, Belmonte, Manolete... Incluso será objeto de estudio en las escuelas catalanas. No me cabe la menor duda. Es más: ha tenido la suerte de no perder la peluca ante ningún compromiso en el ruedo.  Detalle que sus enemigos no han tenido en cuenta. Porque de haber ocurrido así, seguramente se habría acabado su altanero proceder.

El presidente de la Generalidad, si sigue jugándose el tipo para demostrar que él los tiene como el tantas veces celebrado caballo del Espartero, puede encontrarse con la horma de su zapato. Ya que el toro que lo puede cornear es cinqueño. Y si ello ocurre, créanme,  ni Gerard Piqué  derramará una lágrima por él. Así que ya puede invocar a la Virgen de Montserrat.

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