Blog de Manolo de la Torre


Entrenador de fútbol, ha ejercido la profesión 19 temporadas. Escritor en periódicos,
ha publicado una columna diaria, durante dos décadas, en tres periódicos ceutíes.

viernes, 9 de febrero de 2018

El hombre ante el espejo

Hoy he ido al Centro de Salud del Recinto y me he tropezado con un médico -a quien conozco desde hace la tira de tiempo- y como siempre que nos vemos la charla nos ha cundido. Y, como lector que es de este espacio, me ha dicho que le ha gustado lo que escribí acerca de la sobreprotección de los niños por parte de las madres. Y a mí se me ha ocurrido preguntarle si eso influye cuando enfermamos. Es decir, si el hombre reacciona ante la enfermedad peor, mejor o igual que la mujer. Y no ha tenido el menor inconveniente en decirme que los hombres son peores enfermos que las mujeres.

Según él, ese comportamiento está relacionado en gran parte con los hábitos de la juventud. De niños, estimado Manolo, los varones, por lo general, son mucho más mimados por las madres que las niñas. Sea porque los prefieren, sea porque los sobreprotegen inconscientemente, la tradición afirma, desde el origen de los tiempos, que los pequeños machos son mucho más frágiles y mueren en mayor número que las pequeñas hembras. 

Y es que de adolescentes no tienen que soportar los inconvenientes mensuales reservados a las chicas y, generalmente, están menos obsesionados que éstas con los problemas de peso. Finalmente se libran del parto, que se haga como se haga nunca supondrá un trance placentero. De este modo un hombre puede llegar a la mediana edad sin haber aprendido a arreglárselas solo, a restringirse, a dominarse, a hacerse cargo de las incomodidades físicas. Por eso los primeros avisos o las primeras advertencias médicas les inquietan y les perturban más que a las mujeres.

A mí, tras escuchar atentamente al profesional, se me ocurre preguntarle si las nuevas generaciones de hombres, tal vez menos sobreprotegidos en su infancia, o al menos mejor informados de los problemas de la salud, también esperan a los primeros síntomas para preocuparse de su forma física. 

Y, tras carraspear lo justo y atusarse el bigote, mi interlocutor responde así.

Esos hombres a los que tú aludes, Manolo, demuestran conocer mucho más las reglas del bienestar físico y, sobre todo, de la importancia de la apariencia. Quieren estar más sanos para ser más atractivos. Es innegable que se muestran más presumidos que sus mayores. Y recurren a los gimnasios, a las cremas hidratantes y a tener la piel bronceada en cualquier época. Cultivando su forma, su aspecto, su figura, los hombres intentan gustarse, estar seguros de sí mismos. Es decir, que algo ha cambiado la situación. 


¿Es el espejo el peor enemigo del hombre?

-No; de ningún de modo creo yo que el espejo, que es el primer espectador que encuentra el hombre en el cuarto de baño, sea ni siquiera su enemigo. Porque ante él todos nos vemos como queremos vernos cada día. El peor enemigo del hombre es la fotografía. De hecho, yo sé de muchas personas que no las soportan. Eso sí, el día que el hombre no se sienta ante el espejo, más que joven que su edad, se sentirá viejo.










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