Blog de Manolo de la Torre


Entrenador de fútbol, ha ejercido la profesión 19 temporadas. Escritor en periódicos,
ha publicado una columna diaria, durante dos décadas, en tres periódicos ceutíes.

domingo, 10 de junio de 2018

Busquets y sus deficiencias como mediocentro defensivo

En el centro del campo es donde se cuecen los triunfos de los equipos. Naturalmente, también las derrotas se fraguan en esa zona vital del terreno de juego. Los entrenadores siempre se han manifestado así: "Dadme un buen mediocampo y conseguiré logros". En ese espacio, sumamente importante, la presencia del mediocentro defensivo es indispensable. Lo ha sido siempre. Ahora bien, su figura, desde hace ya bastantes años, se ha revalorizado hasta extremos insospechados.

Quienes juegan en esa demarcación han de reunir muchas cualidades. Las cuales propician una condición de futbolista por el que los clubs pagan cifras astronómicas. A pesar de que muchas veces, por ser considerados meros escudos de las defensas, carecen de la fama que deberían gozar si son capaces de cumplir con su cometido como mandan los cánones de la posición que se les asigna. Misiones concretas nada fáciles. Por más que gocen de la ventaja de ver el fútbol de cara.

En principio, conviene decir cuanto antes que para ser centrocampista defensivo es necesario estar atiborrado de espíritu de sacrificio. Así, jamás se olvidará del compromiso contraido para ayudar a sus compañeros. Ni de bascular hacia los espacios donde su presencia sea requerida. Apechugará con la responsabilidad de mantener el equilibrio del equipo. Procurará jugar con sencillez y por supuesto con precisión. Evitando el querer lucir habilidades que no le corresponden por estar situado en una zona peligrosa.

El mediocentro defensivo, si además de manejar bien el balón es aguerrido cuando toca defender, miel sobre hojuelas. Porque será el mejor colaborador que tengan sus centrales y sus compañeros de línea. No olviden que el trabajo específico de los conocidos asimismo como protector de la defensa, es un calco del que se les requería a defensas nominados como "Libero", aunque incrustrados en la defensa y a veces algunos metros por detrás. Los mejores hacían de todo y además con disciplina espartana y eficiencia;  y en muchos casos con brillantez.

Me viene a la memoria José Martínez Pirri. Superior en todos los aspectos a Beckenbauer. Dado que el ceutí jugaba en cualquier posición y el alemán, en cambio, nunca brilló en el centro del centro del campo. ¡Menudo mediocentro hubiera sido Pirri actualmente! De él me acordé yo -durante el España-Túnez- viendo cómo Busquets es cada día más frágil cuando España es dominada. Algo que los sesudos analistas del deporte rey no quieren ver.

Sergi Busquets es lento; de una lentitud pasmosa. Lo cual le impide desplazarse a los costados cuando sus compañeros necesitan de sus servicios con la celeridad conveniente. El jugador azulgrana, cuando los rivales atacan en tromba, trata de pasar inadvertido, ocupando algún espacio en el cual cobijarse para no tener que intervenir. Lo cual le permite, en bastantes ocasiones, recibir el balón y sacarlo jugado con precisión. Acción aprovechada por  sus corifeos  para admirarse de semejante intervención con exclamaciones gritadas a una jugada de palomero. 

Por último, pues no deseo extenderme, Busquests, amén de sufrir lo indecible cuando le toca emparejarse con un mediapunta veloz, presto siempre a buscar la portería y amante del tiro desde la media distancia, desaparece de la escena. Con la tranquilidad de saberse protegido por quienes dijeron un día que era el mejor mediocentro defensivo del mundo. Y siguen sin dar su brazo a torcer.

Frente a la selección de Túnez vimos al peor mediocentro posible. Eso sí, un pase a Diego Costa, que no fue decisivo en primera instancia, le valió para salvar una imagen de figura extraordinaria, que no concuerda con su rendimiento. El cual es cada vez menor. Porque a sus pobres recursos como mediocentro defensivo, digan lo que digan los demás, le sienta fatal su puesta en escena como director de orquesta indispensable de una línea en la que se cuecen los éxitos y se generan los fracasos.

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