Blog de Manolo de la Torre


Entrenador de fútbol, ha ejercido la profesión 19 temporadas. Escritor en periódicos,
ha publicado una columna diaria, durante dos décadas, en tres periódicos ceutíes.

domingo, 5 de agosto de 2018

El fútbol de Isco influye negativamente en el Madrid

Se hace cada vez más patente que el juego de Isco Alarcón es pócima para algunos de sus compañeros y por lo tanto influye negativamente en el conjunto. Marco Asensio, por ejemplo, siempre da la talla cuando el futbolista nacido en Arroyo en la Miel no está en el césped. La acaparación de la pelota por parte de Isco reduce el rendimiento de todos los centrocampistas y propicia que los delanteros tengan que recibir el balón cuando los contrarios han tenido tiempo suficiente para situarse en posiciones defensivas.

Ayer, o anteayer, que para el caso es lo mismo, opiné que Dani Ceballos e Isco jugaban de manera parecida. Reconocí que el utrerano era más diligente. Pero recordé que también hacía uso y abuso de la cabriola, del regate en corto y el pasecito horizontal. Isco y Dani Ceballos amaneraron el fútbol de su equipo en la primera parte del partido contra el Juventus. Dieron la impresión de que ambos se disputaban el cetro de ese fútbol gilipuertas conocido por el sobrenombre del tiquitaca

Resultado de esa competición entre Dani Ceballos e Isco fue que el Madrid jugó 45 minutos calamitosos Atacaba mal y defendía peor. Y encima empezó perdiendo porque Alex Sandro molestaba lo indecible por la banda de Carvajal y éste, tras centrar un balón Cancedo, tuvo la mala suerte de introducirlo en la portería de Keylor Navas. Lo cual sucedió a los doce minutos. A partir de ahí el equipo italiano se limitó a mantener el orden defensivo.

El empate llegó cuando el primer tiempo estaba dando las boqueadas. El trallazo de Bale fue lo mejor que le pudo pasar al Madrid y al futbolista galés. Puesto que la lentitud con la que actuaban Isco y Ceballos era tan desesperante como absurda. Los dos se esforzaban en competir a ver quién era más virtuoso en poseer el balón. Y, desde luego, ninguno fue capaz de probar las cualidades del portero italiano. 

Julen Lopetegui hizo varios cambios antes de empezar la segunda parte y además acertó plenamente con la colocación de sus hombres y asimismo con el fútbol de contragolpe. Cubiertas las bandas por Vinicius y Lucas Vázquez, Marco Asensio se convirtió en un falso nueve o delantero centro flotante. Pues Lopetegui sabe sobradamente que los centrales italianos detestan el tener que salir de su rincón de seguridad. 

Y de pronto surgió el fútbol vertiginoso del jugador mallorquín. Hecho de inteligencia, apoyado en una velocidad de diablos y confiado en su finísimo toque de balón. Asensio decidió buscar el gol por el camino más corto y antes de que sus rivales se replegaran y cerraran filas. Y los goles llegaron. Los dos marcados por el balear. Y con él se eclipsó, afortunadamente, el juego menudo, trenzado, de salón, más bien de impotencia. 

El Madrid jugó veinte minutos extraordinarios. Y si no perduró la excelencia hasta el final del partido fue, sin duda, porque Lopetegui quiso darle minutos a Borja Mayoral. A costa de sacar de su sitio a Marco Asensio.  Y lo que logró, con semejante cambio, fue que los centrales de la Juve volvieran a jugar como mejor les va. Y el partido se niveló. De los jóvenes futbolistas del Madrid me gustaron Reguilón, Javi Sánchez, Marcos Llorente y hasta Valverde cumplió con creces. 

En fin, que Lopetegui y sus ayudantes, que son la tira, se habrán percatado de que el Madrid no debe basar su juego en arabescos de poca monta. Que la pasión del fútbol es el gol. Y que éste se consigue no volviendo al fútbol primitivo, de ningún modo; sino exigiendo que se juegue como lo hizo ayer el Madrid, durante veinte minutos, dirigido por Marco Asensio  desde la posición en la que Alfredo Di Stefáno destrozaba a sus rivales.










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