Blog de Manolo de la Torre


Entrenador de fútbol, ha ejercido la profesión 19 temporadas. Escritor en periódicos,
ha publicado una columna diaria, durante dos décadas, en tres periódicos ceutíes.

lunes, 24 de diciembre de 2018

Entrenadores con el tarro lleno de pamplinas

Si de algo no he pecado yo en mi vida es de misoneismo. Así que puedo presumir de no haber hecho nunca oposición por inercia a cómo ha ido evolucionando el fútbol en todos los aspectos. Y casi siempre para bien. No hay más que ver las inmejorables condiciones que presentan los terrenos de juego. Salvo escasas excepciones. 

Lejos quedan los escenarios convertidos en un barrizal o repletos de agua hasta el punto de que el balón apenas rodaba. Y qué decir del material correspondiente a los futbolistas. Y así podría ir enumerando mejoras tan evidentes como para asegurar que en tiempos pasados nada fue mejor en el más popular de los deportes.

Desde los considerados 'felices sesenta' y hasta la década de los ochenta pocos entrenadores, por no decir ningunos, gozaron de ayudantes, entrenadores de porteros, preparadores físicos, fisioterapeutas o médicos destinados exclusivamente a tratar a los jugadores. Así que una lesión muscular duraba una eternidad. Y los viajes eran tortuosos. 

Pero semejante reconocimiento no es obstáculo para decir que se ha pasado de tantísimas carencias a una situación en la que más pronto que tarde se podrá decir que el fútbol tiene más tonterías que un Mueble Bar. Y será, sin duda alguna, porque hay entrenadores a los que se les ha llenado el tarro de pamplinas de la Plaza Mina.

Verbigracia: hay uno que no se conforma con dirigir un equipo compuesto por siete u ocho técnicos a sus órdenes, sino que en cuanto ha perdido dos partidos seguidos, dando sus jugadores muestras visibles de cansancio y despistes descomunales, lo único que se le ha ocurrido es pedir cuanto antes la ayuda de un sicólogo. Quien así se ha manifestado es Maurizio Sarri. Entrenador del Chelsea

El técnico italiano ha recordado que hace 15 años tuvo un sicólogo deportivo... Pero que la cosa no funcionó porque los clubes no estaban preparados para aceptarlo. Aunque dice estar seguro de que ahora se podrá hablar de ello. Y, claro, su respuesta la he echado a risa. Con todos mis respetos para los sicólogos, por estar convencido de que son necesarios en muchísimos casos, tengo la certeza de que tratando de sanar la mente de los futbolistas perdedores, también acabarían ellos necesitados de terapia urgente.








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