Blog de Manolo de la Torre


Entrenador de fútbol, ha ejercido la profesión 19 temporadas. Escritor en periódicos,
ha publicado una columna diaria, durante dos décadas, en tres periódicos ceutíes.

martes, 17 de septiembre de 2019

Habrá elecciones en noviembre


En este mundo traidor, nada es verdad ni mentira, todo es según del color del cristal con que se mira. Don Ramón de Campoamor, poeta bastante claro, según dijo don Camilo José Cela, puso en verso el viejo saber popular de que todas nuestras ideas, sean las que fueren, van lastradas por la subjetividad. Lo cual no es óbice para decir que no hay nada más fácil que cambiar de ideas. 

¿Podemos admitir a que lo que ayer parecía bueno sea hoy malo, o al revés? ¿Podemos dar por válido que lo que no sirve para los demás sirve para nosotros? Cambiar de ideas es algo propio o característico de la naturaleza de las personas. Consustancial, sobre todo, a los políticos. Maestros en  echar mano del trabalenguas harto conocido: 'Donde digo digo no digo digo, sino que digo Diego'.

Los políticos, además de practicar la mentira por sistema, dan por válidos los cambios de ideas cuantas veces crean que son necesarios para el bien de sus partidos. Y no dudan en hablar de la razón de Estado y aseguran, con la pasión que les caracteriza, que sin duda alguna todo es permisible con tal de que llegue a buen fin.  Ese todo, no deja de ser un nido de malas ideas, de falsedades, de trolas...

Es lo que viene ocurriendo desde las elecciones celebradas en abril. Y, por si fuera poco, cuando el telón  de las conversaciones entre socialistas y podemitas -a fin de que Pedro Sánchez, presidente en funciones, pudiera formar gobierno- estaba a punto de caer sin éxito, salió a escena Albert Rivera para tratar de ponerle la guinda a una tragicomedia política.

El líder de Ciudadanos, debido a que están desertando de su partido las personas más destacadas, y temeroso de lo que vienen diciendo las encuestas, en caso de que hubiera nuevas elecciones, no dudó en irrumpir en el escenario político de manera artera y en el momento menos conveniente. Y en vista de que su propuesta a Sánchez no fue aceptada, por ser tan ladina como marrullera, sacó la lengua a pasear.

Albert Rivera, que no ha dicho ni pío durante todo el verano, salió a la palestra, cuando el otoño está ya enseñando la oreja, para echar más leña seca al fuego que arde en la caldera. En consecuencia, que habrá otras elecciones. Con el riesgo de que muchos ciudadanos decidan no ir a las urnas. Aunque tampoco es menos cierto que las nuevas elecciones serán recibidas con satisfacción en el PP. A pesar de que sus dirigentes saben que un partido dividido lo suele pagar muy caro en las urnas.   













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