Blog de Manolo de la Torre


Entrenador de fútbol, ha ejercido la profesión 19 temporadas. Escritor en periódicos,
ha publicado una columna diaria, durante dos décadas, en tres periódicos ceutíes.

martes, 10 de septiembre de 2019

La gente está ya harta de votar


PSOE y Unidas Podemos siguen conversando para llegar a un acuerdo que les permita a los socialistas formar Gobierno. Pero no hace falta ser muy listo para pensar que tales negociaciones están condenadas al fracaso. Salvo milagro de última hora. Pues Pablo Iglesias seguirá mostrándose inflexible para imponer su voluntad. La cual no es otra que hacer todo lo posible para echar a Pedro Sánchez de La Moncloa. Aunque el empeño le cueste un ojo de una cara. Es decir, que su partido se diluya en las urnas de unas posibles elecciones.

Entre las cosas más difíciles de esta vida está la de tratar cualesquiera asuntos con alguien a quien antes hayas herido su amor propio. Y el líder de los podemitas nunca superará el agravio recibido por Sánchez cuando le dijo: "Debes retirarte para cerrar un pacto de gobierno". Desde ese momento, la ira acumulada por el dirigente comunista ha ido aumentando hasta extremos que se ha convertido en un peligro para los intereses de sus compañeros de partido. Aunque él sigue aireando que aceptó la humillación por el bien de la causa.  

Si Iglesias no puede ver a Sánchez ni en pintura, debido a lo antes referido, Albert Rivera también está dando pruebas evidentes de sentir aversión por el presidente en funciones. De no ser así, ya habría decidido pactar con los socialistas para que España tuviera un Gobierno. Pero el seductor catalán se ha instalado en una política centrista que ya no se lleva. Porque el centrismo, como decía Emilio Romero, no es ni una cosa ni otra. Como intención, el centrismo es bueno, porque aspira a suprimir los excesos o los radicalismos de unos y de otros; al propio tiempo que utiliza lo que haya de bueno en la izquierda o en la derecha. 

El centrismo tuvo su momento principalísimo cuando Adolfo Suárez le dio vida a la UCD. Con el fin de contener los desvaríos de los radicalistas -de ambos lados- que existían en aquella época. Situación que no se da en estos momentos. Es más, cuando C's alega que Pedro Sánchez es un peligro porque su deseo es pactar con los independentistas y con los filoetarras no hace sino ir perdiendo votos a paso de legionario. Pues discurso no deja de ser contradictorio. Dado que si ellos decidieran pactar con los socialistas, nada de eso podría ocurrir.

Pedro Sánchez ha demostrado hasta la saciedad que es un político que no se rinde fácilmente. Que es un hueso duro de roer. Que no se amilana ante las circunstancias adversas. Ya lo vimos cuando hubo de enfrentarse a los pesos pesados de su partido. Ahora, además, está fortalecido por los conocimientos adquiridos en La Moncloa. Así que no le temblará el pulso si se ve abocado a ir a otras elecciones.

Ahora bien, la gente ya está harta de votar. Y podría darse el caso de que muchas personas no acudieran a la cita. Por otra parte, el juego de los partidos políticos debería ser ya mucho más de conciliación y consenso que de confrontación y bronca. En la sociedad de la complejidad y de la incertidumbre, lo que procede es sentarse en torno a una mesa y debatir las prioridades. La prioridad, actualmente, es que los españoles tengan un Gobierno y que los políticos se dejen de pantomimas.







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