Mentiras

Mucho se ha escrito acerca de la mentira. Alguien dijo que las mentiras son como las cerezas: detrás de la primera va la ristra. Hoy he decidido plublicar alguna frases al respecto.

Las relaciones públicas son la mentira bien organizada.

Sería imposible vivir cuerdamente, sin creer en los mentirosos.

Mentir convenciendo, es el mayo éxito a que aspira cualquier político que se precie.

Cuando uno llega a creerse sus mentiras, se asegura además la posibilidad de dormir todos los días a la pata la llana.

Licenciarse como mentiroso cuesta lo indecible. Pues sigue siendo una asignatura hecha a la medida de las personas talentosas.

Mentir, aunque no toque, es conveniente como práctica.

El arte de vivir es el arte de aprender a creer en las mentiras.

Creer en la mentira es la mejor terapia contra la depresión.

Verbigracia: yo llevo muchísimos años creyendo en las mentiras de un político local y doy fe de que me levanto todas las mañanas con la moral enhiesta y dispuesto a comerme el mundo. Eso sí, reconozco que lo que menos me agrada de él es que no se haya dado cuenta aún de que la modestia es la peor tarjeta de visita de cualquier persona con ánimo de dar el pego como virtuoso. Y, desde luego, la humildad es mala compañera de la mentira. Es decir...