Blog de Manolo de la Torre


Entrenador de fútbol, ha ejercido la profesión 19 temporadas. Escritor en periódicos,
ha publicado una columna diaria, durante dos décadas, en tres periódicos ceutíes.

viernes, 26 de junio de 2020

Fernando Santiago no se amilana fácilmente


Bien puede decirse que el fenómeno social y cultural más significativo de la transición española y de nuestra democracia ha sido el columnismo periodístico. Francisco Umbral llegó a decir que la columna es el soneto del periodismo. Quien escribe lleva bastantes años leyendo a muchos columnistas. Ejercicio que practico cada mañana. Uno de mis favoritos es Fernando Santiago, escritor y periodista gaditano, quien en su espacio bautizado Con la venia, dice cosas a sabiendas de que no dejará de seguir sumando enemigos. Aunque tenga la certeza de que pocos serán inteligentes.

Fernando Santiago fue agredido hace algunos años. Y es que en España escribir es llorar. La sentencia de Mariano José de Larra no ha perdido un ápice de actualidad. Yo no tengo el gusto de conocer al escritor gaditano. Es más, ni siquiera se me ha ocurrido llamar a José Fernández Chacón, de cuya amistad gocé cuando fue Delegado del Gobierno en Ceuta, para preguntarle acerca de un periodista que no se distingue por dorarle la píldora a nadie. Y sobre todo que es capaz de arremeter contra las costumbres. Por más que tenga asumido que un pueblo las defienda antes que a sus leyes.

Fernando Santiago reconoció en su momento que en Cádiz lo tachaban de sieso. Lo cual no es agradable. No olvidemos lo que en el Habla de Cádiz, de Pedro Manuel Payán Sotomayor, significa el palabro: Individuo de trato difícil, de carácter atrevesado, antipático, mala persona, que obstaculiza o hace incómoda la vida a los demás. Para darle al lexema anterior mayor sentido ofensivo, el hablante gaditano añade manío (de manido). Un sieso manío es el colmo de lo que un hombre puede ser de antipático, odioso y de mala condición o intención. El DRAE dice de manido: 'Ajado, sobado; pasado de sazón'. Imagínense entonces lo que supone para el hablante de sentido peyorativo máximo: "No quiero que venga con nosotros el sieso manío ése".

Hoy, bajo el título La decadencia de Cádiz, Fernando Santiago se pregunta en qué momento Cádiz se convirtió en una ciudad zafia donde la cultura y el cosmopolitismo están mal vistos. Y enumera una serie de motivos muy principales. Pero yo me quedo, por abreviar, con varios de ellos.

"Aquí ya no hay quejas si se cierra una librería pero parece un drama ciudadano que una tienda de artículo de bromas, El Millonario, ponga a la venta su local como si la tierra se abriese a nuestros pies". Un genial comparsista de vida irregular le da nombre a un colegio en uno de los ejemplos de lo bajo que hemos caído. Un jugador condenado es una leyenda en Cádiz. Un Chaval entusiasta, tristemente fallecido, se convierte en icono del cadismo por animar a su equipo con un megáfono. Para colmo a uno que sale cantando en comparsas que se deben al genio creador de otros, le escriben sus memorias, como si fuera Winston Churchill. Por no hablar de que sea un drama local si la Corporación Municipal va con maceros o sin ellos a la celebración del Corpus, en medio de una crisis sanitaria y económica sin precedentes".

El valor de Fernando Santiago, periodista y escritor, no se puede poner en duda. Ahí es nada arremeter contra la populachería. Ahora bien, además de sieso manido, acabarán diciéndole que está cambembo. Es decir, 'trastornado, 'torcido'. Y, naturalmente, terminarán por acusarlo de ser un resentido por no haber sido alcalde cuando decidió presentarse como candidato. Es el precio que han de pagar las personas que no se amilanan fácilmente.  







 






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