Blog de Manolo de la Torre


Entrenador de fútbol, ha ejercido la profesión 19 temporadas. Escritor en periódicos,
ha publicado una columna diaria, durante dos décadas, en tres periódicos ceutíes.

jueves, 30 de julio de 2020

Agosto


En agosto, bulle el mar y bulle el mosto. Porque en esa época, que está a punto de hacerse presente, el mar está movido y también es el mes de la vendimia. En llegando el octavo mes del año, una especie de calma chicha se apodera de la actividad política. Así que los periodistas siempre se las han visto y se las han deseado para hacer el periódico por tales fechas. Qué lejos quedan los días de una estación en que la tropa periodística echaba mano del monstruo del lago Ness y nos contaba su historia de mil maneras distintas para cumplir su objetivo y tenernos entretenidos.

De muchas maneras, claro es, aunque salpicadas con alguna noticia inventada sobre la llegada a Barajas de la bellísima Ava Gadner. La señora que fue capaz de meter en el tálamo a Luis Miguel Dominguín y convertirlo, nada más acabar el polvo, en alguien que iba voceando por la Gran Vía madrileña cómo se había beneficiado a la mujer de Frank Sinatra. Prueba evidente de la categoría de una estrella que a mí me rompió los esquemas de adolescente en La condesa descalza.

Durante el mes de agosto que se avecina, los periodistas de guardia tendrán en el coronavirus su monstruo para decir y escribir de él. En este caso, desgraciadamente, lo harán sin cesar acerca de un bicho que mata y además está arruinando la economía de una España vendedora de sol, playas, festejos taurinos, y buen comer y beber... Debido a que tanto alemanes como británicos se han visto obligados a suspender sus viajes a tan celebrado paraíso estival.

El Covid-19 comenzó a dar señales de fatiga el mes pasado y las autoridades creyeron oportuno decir que todo volvía a la normalidad. Aconsejando prudencia pero también alentando a la gente para que  saliera a la calle con el fin de divertirse. Mensaje que los jóvenes recibieron con inusitado alborozo. Proclamando que el ocio es un derecho... Ese ocio del que tanto renegaron los romanos cuando los griegos hacían uso y abuso de él.

La holganza nocturna ha logrado que las reuniones del botellón vuelvan a reverdecer laureles. A pesar de estar prohibidas. Que los locales de la noche se llenen de noctívagos incapaces de cumplir con las normas establecidas. Malas acciones que le han dado al virus una oportunidad que ni pintiparada para volver a las andadas. Es decir, para infectar a unos irresponsables que a su vez contagiarán a otros y así hasta poner en riesgo la vida de muchas personas.  Si no se ataja el problema con celeridad, mucho me temo que agosto será también motivo de informaciones trágicas.    






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