Blog de Manolo de la Torre


Entrenador de fútbol, ha ejercido la profesión 19 temporadas. Escritor en periódicos,
ha publicado una columna diaria, durante dos décadas, en tres periódicos ceutíes.

jueves, 10 de septiembre de 2020

El amigo convertido en enemigo

Acabo de cumplir setenta y ocho años y no quiero que me presenten a nadie más. Ya he conocido a muchísima gente. Sus palabras me suenan a decepción. Pues quien las pronuncia siempre se ha mostrado abierto al diálogo. Y desde luego es reconocido por su guasa. Esa gracia seria, en reposo, disfrazada con cierto toque de cinismo, un mucho de ironía, una gran carga intelectual. De modo que, cuando la saca a relucir, a mí me recuerda inmediatamente a la guasa gaditana. Esa que en El Habla de Cádiz, libro escrito por Pedro Manuel Payán Sotomayor, se destaca como 'una gracia filtrada por la razón'...

La condición física de AC es buena. Tampoco puede quejarse de su posición económica. Debido a que goza de una jubilación espléndida. Verdad es que los años no pasan en balde. Por más que se vaya ganando en lucidez. En vista de nuestra amistad, que se gestó en tiempos de Maricastaña, me atrevo a decirle que hay que procurar por todos los medios acercarse a la vejez siendo uno mismo. Y el rostro de mi amigo se convierte en un gesto exagerado y cómico. Un visaje que evidencia su tristeza. Por lo cual decido despedirme de él. Pero AC me pide que caminemos juntos unos minutos. Así que acepto su petición y me preparo para escucharle atentamente.

Y pronto me habla de un amigo traidor. Cuando me pone al tanto de lo que le ha ocurrido, entiendo perfectamente que AC haya perdido las ganas de chacharear con nadie y de hacer nuevas amistades. Aunque yo le quite importancia al asunto para no ahondar en la herida de quien no entiende cómo ha podido ser víctima de una persona a la cual consideraba como parte de su familia. Más bien un hermano. 

Cuando llego a mi casa, lo primero que hago  es coger El Criterio, escrito por Jaime Balmes, que obra en mi poder como libro de consulta. Y me voy directo al capítulo, titulado El amigo convertido en monstruo, página 176. Y releo cuanto dice el jesuita acerca de la amistad. He aquí el resumen de las dos páginas dedicadas a ella. 

Tenemos un amigo cuyas cualidades nos encantan, cuyos méritos nos apresuramos a encomiar siempre que la ocasión se nos brinda y de cuyo afecto  hacia nosotros no podemos dudar. Nos niega un día un favor que le pedimos, no se interesa bastante por las personas que le recomendamos, nos recibe alguna vez con frialdad, nos responde con tono desabrido o nos da cualquier otro motivo de resentimiento. Desde aquel instante experimentamos un cambio notable en la opinión sobre nuestro amigo; tal vez una revolución completa.

Ni su talento es tan claro, ni su voluntad tan recta, ni su índole tan suave, ni su corazón tan bueno, ni digno de confianza... En todo hallamos que corregir, que enmendar; en todo nos habíamos equivocado; el lance que nos afecta ha descorrido el velo, nos ha sacado de la ilusión; y fortuna si el hombre modelo no se ha trocado de repente en un monstruo. 

¿Es probable, se pregunta Balmes, que fuera tanto nuestro engaño? No; pero sí lo es que nuestro afecto anterior no nos dejaba ver sus lunares y que nuestro actual resentimiento los exagera o los finge. ¿Por ventura, no creíamos posible que el amigo pudiera jugarnos una mala pasada? El motivo está patente: nos sentimos heridos; y quien piensa, quien juzga, no es el entendimiento ilustrado con nuevos datos,  sino el corazón, irritado, exasperado, quizá sediento de venganza.

Frase de Bertolt Brecht

Porque no me fío de él, somos amigos.

 


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