Pocas veces he escrito yo de sistemas de juego. A pesar de que durante mis años como entrenador tuve la oportunidad de usar varios de ellos y siempre adaptados a las cualidades de los jugadores de la plantilla. De no ser así, todos los dibujos, como suelen decir los periodistas, valen nada y menos. EL sistema 4-3-3 no tiene por qué ser considerado previsible para los rivales ni tampoco debe catalogarse como el más propicio para perder el dominio del centro del campo. Siempre y cuando los futbolistas cumplan las obligaciones que requiere semejante distribución en el terreno de juego. Tampoco conviene obviar las variantes que admite.
Temporadas atrás, Zinedine Zidane se decidió por el 4-3-3 y obtuvo triunfos sonados. Su acierto consistió en alinear extremos con capacidad de sacrificio para acudir prestos a defender por sus respectivos lados en cuanto los contrarios eran poseedores del balón. Jugadores capacitados también para desbordar en ataque. Por más que jugar orillado a una banda sea desde hace ya mucho tiempo una tarea complicada. Lucas Vázquez y Marco Asensio fueron los elegidos.
Hubo partidos en los que todo el conjunto actuó bajo la disciplina exigida por el sistema. Defensa en línea, con la variante de jugar con uno de los centrales haciendo de libre si acaso el contrario mantenía un solo delantero. Practicar el fuera de juego a veces. Jamás por sistema. Rigor táctico: orden en las líneas y compenetración entre los jugadores. Y, naturalmente, solidaridad a raudales. Todo ello, acompañado de una idea principalísima: que el balón llegara pronto al campo contrario.
Se imponen por tanto los pases largos a los delanteros y los cambios de orientación para que los espacios libres sean aprovechados por laterales y extremos. Asimismo los centrocampistas están obligados a juntarse con los delanteros en ataque y con los defensas cuando el balón está en posesión de sus adversarios. El mediocampo puede estar compuesto por un mediocentro defensivo o por un mediapunta con gran conocimiento del juego para enlazar con sus compañeros más adelantados. En este caso, los interiores han de ser buenos técnica, tácticamente y con condición física suficiente para ocupar grandes espacios.
He aquí por encima -pues las cuestiones tácticas aburren incluso a los jugadores cuando el entrenador se excede en sus explicaciones en la pizarra- apuntes relacionados con el 4-3-3. Sistema que ayer practicó el Madrid con muchísimo acierto. Los cambios de orientación fueron aprovechados por Lucas Vázquez para entrar una y otra vez por el agujero defensivo que existía en la banda izquierda del Borussia Mönchengladbach.
En esta ocasión, LV, desde su posición de lateral, corrió a la búsqueda del balón en vez de tener que conducirlo o regatear. Contando, además, con los desmarques de Rodrygo y con los despistes de Thuram.Y sobre todo con el magnífico juego de sus interiores: Modric y Kroos. Ambos taparon en parte el bajón de juego que viene acusando Casemiro.
En definitiva, a Lucas Vázquez le ha venido de perilla el jugar en la defensa para dejarse ver como atacante. Aunque deberá progresar defendiendo. Tarea que es fácil para él. Porque tiene la estatura y la velocidad adecuadas para enfrentarse a rivales rápidos y hábiles regateadores. Lo demás es de cajón: mirada fija al balón y no cometer faltas innecesarias cuando el atacante se encuentra de espalda. Lo demás llegará por añadidura.
En cambio, Marco Asensio no acaba de explotar sus cualidades. Las que nos hicieron pensar a muchos madridistas que estábamos ante un jugador capaz de decidir partidos. Sí, ya sé que la lesión que tuvo deja huella... Pero en el Madrid es difícil que no se cansen de esperarlo. Ojalá que su reacción se produzca cuanto antes. Pues sería de gran importancia para su equipo. Ah, de Benzema cabe decir que hizo lo que exige el 4-3-3: imponerse en los centros a sus marcadores y participar en ocasiones como delantero flotante.
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