El día más difícil de la democracia

Así lo dice Fructuoso Miaja en sus memorias. Tres días antes del asalto al Congreso se había celebrado un pleno extraordinario en el Ayuntamiento para que los partidos votasen a favor de quién debería ser alcalde de la ciudad. Puesto que hasta entonces lo venía siendo, de forma interina, Ricardo Muñoz. El elegido, por 15 votos, fue Ricardo. A mí me dieron 8 y 1 recayó en Emilio Cózar. Yo era en aquel tiempo teniente de alcalde. Acepté el mecanismo de la democracia, pero recuerdo que le puse pegas al mercadeo que se había hecho con los votos de los concejales independientes.

España vivía un comprometido comienzo de década. Había malestar general. Y eran tantos los problemas que el presidente del Gobierno, Adolfo Suárez, se había visto obligado a dimitir. Su sucesor, Leopoldo Calvo Sotelo, se encontró con un país donde reinaba el descontento general. España era una jaula de grillos en la que la Iglesia y la Banca, los obreros y las Fuerzas Armadas, andaban disconformes en todos los aspectos. El ambiente estaba enrarecido. Y, para colmo, ETA mató al ingeniero Ryan. La verdad es que se respiraba un ambiente de desgobierno que inducía a pensar en lo peor. 

Y lo peor llegó el 23 de febrero cuando Tejero exclamó con todas sus fuerzas lo de: "¡Quietos! ¡Todo el mundo al suelo!". Yo viví la situación en el Noray, bar de mi propiedad. Por cierto, con el respeto de todos los militares que vivían en los pabellones cercanos. En Ceuta, gracias a las palabras del comandante general y también delegado del Gobierno, Gerardo Mariñas Romero, reinó la normalidad. El seño Mariñas dijo lo siguiente:  "El Ejército está al margen de todo. Este grave incidente lo han originado unos irresponsables. La tropa de las unidades de esta guarnición, ha hecho su vida habitual, como han podido comprobar. Permanezco al tanto de cuanto me va comunicando el señor Marín, subdelegado del Gobierno".

No obstante, confieso que lo pasé mal. Y, naturalmente, pensé en que España estaba gafada y que la democracia volvería a ser nuevamente secuestrada. Y que los españoles volveríamos a dirimir nuestras ideas con las armas en las manos. Menos mal que me equivoqué de pe a pa. Pues la actuación del Rey, conviene no olvidarla nunca, fue fundamental. Yo soy republicano, claro que sí; pero con Juan Carlos no tengo inconveniente en que nos rijamos por una Monarquía