He visto jugar tantas veces a Kanté que no entiendo cómo es posible que hayan tardado tanto los especialistas del deporte rey en darse cuenta de que con 1,66 de estatura se puede erigir alguien en una figura indiscutible en el centro del centro del campo. Sí, ya sé que los ha habido ocupando espacios reducidos y distinguiéndose por su juego de pasecitos cortos y detalles para la galería. Pero incapaces de ayudar a todas sus líneas poniendo a contribución un derroche de facultades y conocimientos del juego como lo viene haciendo el internacional francés.
El juego de Kanté -en esa zona vital del centro del campo- no tiene nada que ver con ese otro que, por ejemplo, distingue a Casemiro y mucho menos al de Busquets. El jugador del Chelsea defiende, roba balones, los pasa con precisión, ataca desbordando líneas mediante conducciones y nadie es capaz de impedirle que su omnipresencia en el césped sea la mejor baza que tiene su equipo para superar a sus rivales. Todos los entrenadores saben que el mediocentro del Chelsea es la pieza clave de su equipo. Mas ninguno es capaz de anular sus acciones.
El Cholo Simeone lo intentó sin éxito. Y así lo dijimos en su momento. Luego le tocó el turno a Zidane y sucedió ídem de ídem. Y, por si fuera poco, también Guardiola fue incapaz de evitar que N' Golo Kanté se convirtiera en el jugador más destacado de su equipo y del partido. Mientras tanto, mientras que nada más que se habla de Dembélé, Mbappé, Pogba y Haalland, Makelele dice que Kanté merece ser premiado con el Balón de Oro. Y dice verdad. Aunque mucho temo que bien pronto saldrán los puristas poniendo el grito en el cielo
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