No hay día en el cual Vinicius no sea motivo de dimes y diretes por parte de quienes están pendientes de sus gestos en el terreno de juego para ponerlo en la picota. Tengo la impresión de que hablar continuamente del comportamiento de la estrella brasileña se ha convertido en algo habitual por una razón palmaria: por ser actualmente el mejor futbolista de La Liga Santander. El más capacitado para jugar a una velocidad que saca de quicio a sus marcadores y los deja exhaustos durante varios días. Eso sí, quien marca bien al extremo siniestro del Madrid recibe elogios a granel. Y, claro es, ese momento de gloria bien merece la pena haber recurrido a todas las artimañas para anularlo.
Vinicius Juniors no estuvo bien frente al Rayo Vallecano. Y fue porque un lateral llamado Ratiu, rumano él y poco conocido hasta entonces, compitió en velocidad con el mejor extremo del mundo y logró domeñarlo sin recurrir en ningún momento a acciones peligrosas para la integridad de su adversario. Justo es decirlo. Ahora bien, lo que me parece una paradoja es que la prensa lo haya calificado mejor que nunca. Como si el Vinicius anulado y sometido a la voluntad de su marcador fuera lo que desearan ver en todos los partidos.
A mí, sin embargo, me agrada sobremanera el Vinicius entusiasta, repleto de energías, disputando balones y siendo una 'mosca cojonera' para todo el sistema defensivo del adversario. Es entonces, sin duda alguna, cuando enardece a su equipo, desequilibra a sus rivales y levanta pasiones en el graderío. Malo sería, pues, que esa forma de ser del brasileño fuera a menos hasta acabar siendo en el césped un vulgar extremo... Así que lo mejor es que siga estando en boca de todos los que no le desean nada bueno.
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