El Madrid cumplió el expediente en El Montecillo

El invierno en Aranda del Duero es duro como el pedernal. Recuerdo que en la tamporada 59-60, siendo yo futbolista del Béjar Industrial, jugué allí en un campo donde el frío era siberiano. Y además carecíamos de la ropa deportiva apropiada para hacerle frente a lo que no dejaba de ser un martirio. La S. D. Gimnástica Arandina jugaba en el Grupo XIII de la Tercera División. El cual era conocido como el gélido. Ya que Burgos, Palencia, Salamanca, León  y Astorga, entre otras ciudades, alcanzaban temperaturas impropias para los futbolistas en general y sobre todo para quienes procedíamos de tierras andaluzas. 

Cuando el bombo emparejó al Madrid -en la Copa del Rey- con el equipo perteneciente a la provincia de Burgos dije para mí: mucho me temo que el equipo blanco las pase canutas en El Montecillo; que así se llama ahora el Estadio de Fútbol del lugar. Y hasta dudé de que los futbolistas elegidos por Ancelotti estuvieran tan dispuestos a sufrir las inclemencias que reinan por esos pagos en estas fechas. Por más que casi todos ellos anden suspirando por ganarse la titularidad. Dado que el técnico italiano es conservador y por tanto es de los que piensan que más vale lo conocido... 

Pero en esta ocasión echó mano de lo que siempre se ha llamado despectivamente el carro del pescado. O sea, un once repleto de suplentes. Una decisión que a veces, más de las debidas, proporciona disgustos hasta cuando se gana. Y me explico: quienes juegan poco o no juegan casi nunca, si tienen la oportunidad de hacerlo, tratan de mostrar sus cualidades mediante acciones individuales que no favorecen ni al conjunto ni a ellos. 

En Aranda del Duero, sin embargo, cada jugador cumplió con su cometido y eso hizo posible que destacaran sobremanera Arda Güler y Brahim Díaz. Aunque el malagueño no es la primera vez que muestra sus cualidades indiscutibles para que Ancelotti siga confiando en él. En cuanto al turco, cuya juventud es insultante, ojalá que las lesiones cedan y pueda demostrar todo el talento que deja entrever cada vez que toca el balón. 

 pagos.