Hace un año que me prometí no escribir más de los amigos que se van a ese lugar del cual nunca se vuelve. Debido a que me costaba lo indecible hacerles ese obituario que me hacía derramar lágrimas casi sin solución de continuidad. Y a fe que me he resistido en recordar, otra vez, a Manuel Solano Cañado. El cual falleció el 15 de octubre de 2021. A Manolo lo conocí yo en Ecija. Cuando el presidente astigitano requirió mis servicios para ver si servidor obraba el milagro de la salvación de un equipo que iba el último en la clasificación.
Fue allí cuando me percaté, en menos que canta un gallo, de que Solano jugaba al fútbol con una facilidad que sólo tienen las figuras del balompié. Y, naturalmente, gracias a su maestría dirigiendo el sistema que implanté en el terreno de juego, sencillo y por lo tanto difícil de llevar a cabo, el Ecija ganó los puntos necesarios para permanecer en la categoría. De modo que le dije si estaba dispuesto a venirse conmigo a Ibiza con el fin de obrar otro milagro para que el equipo ibicenco mantuviera la categoría. Y fue llegar y besar el santo en un partido frente a un Barcelona Atlético repleto de jugadores jóvenes como Puyol y que terminarían siendo figuras en el primer equipo azulgrana.
Su rendimiento en las Islas Pituisas caló hondo en el Grupo valenciano, catalán, baleárico. Mi marcha, tras dejar al equipo ibicenco en los primeros lugares de la clasificación durante dos temporadas, le permitió a Solano destacar sobremanera y jugar en el Real Mallorca entrenado por servidor. En la década de los ochenta, tras lesionarse en la U D Levante, lo recuperé para jugar en el Racing Club Portuense. Y en el José del Cuvillo volvió a reverdecer lauros en un equipo que hizo historia.
Fu entonces, en esa temporada, cuando tuve la suerte de hacerme con los servicios de un jugador manchego que me deslumbró cuando lo vi jugar por primera ver en un campo de su tierra, lugar al que fui acompañado por Ventura Martínez; gran entrenador, gran persona e inmejorable amigo. Ni que decir tiene que Ángel fue el delantero centro ideal cuando todavía los centrales no se atrevían a seguir a los conocidos como nueves flotantes o falsos. Solano y Ángel formaron un dúo perfecto en los terrenos de juego y asimismo vivieron como amigos inseparables en la Residencia Miramar. El destino ha querido que ambos fallecieran muy pronto.
Mi amigo Pepe Calzado, futbolista extraordinario que estuvo conmigo varias temporadas, y por supuesto compañero inseparable de los fallecidos, me dice que Solano y Ángel serán homenajeados en el Estadio José del Cuvillo en El Puerto de Santa María. Mediante un partido que será jugado por veteranos de la Sociedad Deportiva Ibiza y del Rancig Club Portuense. A las seis de la tarde del día 21 del mes que corre. El éxito del acontecimiento está asegurado. Puesto que las autoridades de ambas ciudades se lo han propuesto. Dada la calidad humana de dos futbolistas que se fueron muy pronto a ese lugar del cual nunca se vuelve. Descansen en paz Manolo y Ángel: mis amigos del alma...
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