Blog de Manolo de la Torre


Entrenador de fútbol, ha ejercido la profesión 19 temporadas. Escritor en periódicos,
ha publicado una columna diaria, durante dos décadas, en tres periódicos ceutíes.

miércoles, 21 de enero de 2015

La censura

Fechas atrás, paseando por el centro de la ciudad, hallé a Antonio Gil, Secretario General de la Unión de Trabajadores de Ceuta, y nos pusimos a charlar. Dado que llevábamos cierto tiempo sin vernos, cabe decir que nos cundió la conversación. La cual bien pronto se deslizó hacia las dificultades que ofrece escribir en periódicos y, sobre todo, hacerlo en ciudades pequeñas, donde todo se exagera y cualquier opinión adquiere una importancia desmedida. Máxime si quien escribe emite pareceres, cada dos por tres, acerca de las actuaciones de un alcalde que lleva ya una eternidad en el cargo.

Inmediatamente, como no podía ser de otra manera, salió a relucir la censura. Y sobre ella estuvimos hablando. Mira, le dije, censura ha habido siempre, en España y en el mundo, pero como censura por antonomasia ha quedado la franquista, en la posguerra española y después. Y ojalá que ésta no vuelva a reverdecer laureles. Aunque estamos en la senda propicia.

AG, que además de escribir es muy buen lector, me preguntó si yo comparto la idea de quienes dicen que la censura es buena porque obliga al escritor a ser más sutil. Pues todo escritor tiene el deber de ser más listo que sus censores. Incluso, sigue hablando el sindicalista, se ha dicho hasta la saciedad que la censura establecía involuntariamente una clasificación de los escritores españoles en buenos, malos y tontos. Así que el buen escritor saltaba siempre el listón de la censura. El mal escritor se daba de bruces contra la censura, decía las cosas directamente, de modo que le rechazaban todo lo que escribía, le ponían multas y le fichaban. Y el tonto, en cambio, que no sé si lo era tanto, no cesaba de decir que él se negaba a hacer "posibilismo" y que ya llegaría el día en el cual dijera todo lo que sabía y más. Eso sí, el tonto nunca escribía nada.

Mi respuesta es que, al margen de que la censura sirva para que quienes escriben en periódicos sean perspicaces, con el fin de darle un regate al inquisidor, resulta que lo más infame, o bochornoso, es cuando nacen los gremios de inquisidores en los sistemas políticos de las libertades o de la democracia. Entonces, como bien decía Emilio Romero, a estos comportamientos hay que calificarlos de desvergüenza, porque ya se sabe que las dictaduras políticas llevan en su propia naturaleza y en su mecanismo, la prohibición de algo. También es verdad que la censura es de varias clases; una puede proceder del poder, otra nace de las características de la empresa periodística, en la que el empresario o el director imponen sus criterios o ejercen la censura. Eso sí, la censura, o la prohibición, no solamente tiene lugar en el mundo periodístico, sino también mediante prohibiciones o prescripciones en el mundo artístico o administrativo o de la enseñanza.

¿Cómo has sorteado tú, inquiere mi interlocutor, la censura durante dos décadas escribiendo, diariamente, una columna de opinión en tres periódicos distintos? Tengo que decir que a mí siempre me sentó como un tiro el que me cercenaran una línea o un párrafo y aun el escrito completo, sin avisarme. Aunque mi respuesta no se hacía esperar: ponía mi cargo a disposición del propietario del medio, dejando de escribir hasta que se me dieran las explicaciones pertinentes. Debo confesar que yo, en ocasiones, he sentido necesidad de callar porque me ha parecido que el periodismo no puede ser solamente decir lo que a uno se le apetece en un momento determinado, sino tener la conciencia -por muchas razones- de lo que puede decirse y de lo que debe callarse. Pero tampoco es menos cierto que yo jamás he escrito nada que no hayan querido los propietarios de los medios. Con los que me he entendido sin intermediarios. Y, naturalmente, me congratulo de haber defendido en todo momento la línea del medio.

Aprovechando la ocasión, Antonio Gil me dice que dejará de ser Secretario General de UGT, de aquí a nada. Porque cree que ya ha llegado el momento de tomar semejante decisión. Yo le anuncio la puesta en escena de este blog. Y él quiere saber si será independiente. Nadie es independiente en esta vida. Aunque yo procuraré ir asido a la última rueda del carro de la libertad. Con el fin de seguir contando con todos los lectores que me seguían en El Oasis. Vaya, pues, este primer escrito, para desearle lo mejor a Gil, una vez que abandone un cargo en el cual ha estado casi veinte años.

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