Blog de Manolo de la Torre


Entrenador de fútbol, ha ejercido la profesión 19 temporadas. Escritor en periódicos,
ha publicado una columna diaria, durante dos décadas, en tres periódicos ceutíes.

martes, 24 de febrero de 2015

El guapo ganó el debate

Los primeros pasos de la restauración democrática se hicieron con tres guapos y seductores, y tres inteligentes y poco afortunados en sus figuras físicas. Los guapos y seductores fueron el ReyAdolfo Suárez Felipe González. Los otros -los menos atractivos- fueron Torcuato Fernández MirandaManuel Fraga y Santiago Carrillo. Los resultados estuvieron bien a la vista.
El gran inspirador de la restauración fue el Rey, y todos le ayudaron. Los dos políticos, representativos del poder y de la oposición, fueron Adolfo Suárez y Felipe González. Y el destino de los otros fue éste: Fernández Miranda pasó al ostracismo interior al poco tiempo, y murió triste en Londres; Manuel Fraga no obtuvo más que quince diputados; y Santiago Carrillo no alcanzó otra cosa que veinte diputados.
Se preguntaba Emilio Romero en los años ochenta: "¿y sabían algo del Estado Adolfo Suárez y Felipe González? Muy poco". Y explicaba: "El primero carecía de curiosidad intelectual, literaria, histórica, económica o sociológica". Al segundo lo despachaba así: "FG no era otra cosa que un abogado laboralista con escaso ejercicio". Ni que decir tiene que durante bastantes años se instaló en España el gobierno de los guapos. Y el gran periodista y analista político, Emilio Romero, exclamaba: "'Ay, querido, admirado, e inolvidable maestro Ortega! No es esto. Resulta que no es incompatible ser guapo y estadista".
Pues bien, en cuanto apareció Pedro Sánchez en la escena política, el obligado arte de la seducción pública volvió a cobrar interés. Y durante meses mujeres y hombres, de cualquier signo político, coincidían en destacar el enorme atractivo del secretario general de los socialistas. Incluso alababan su cuerpo curtido en las canchas de baloncesto como jugador del Estudiantes. Poco después, como simple nadería, nos enteramos de que había hecho la carrera de economista.
Muy pronto fue diluyéndose su popularidad inicial y comenzó a ser tachado de vacuo y anodino. Y llegaron a decir de él que todo lo que tenía de guapo lo tenía de bobo. PS, que estaba ya al tanto de lo que se comentaba a sus espaldas, lo primero que hizo es darle matarile político a Tomás Gómez. La mejor manera de decirles a los suyos que gozaba de dídimos suficientes para hacerse un cementerio a costa de quienes trataran de "juntarle chinitas con los pies"
Más tarde, en una reunión de líderes socialistas extranjeros en Madrid, se lució parlando un inglés perfecto. Y volvió a sumar puntos, y la confianza en sí mismo aumentó considerablemente. Aunque le quedaba pasar el examen más difícil hasta el momento: el debate del estado de la nación. En el que había de enfrentarse a Mariano Rajoy: enorme y duro parlamentario. Prueba que ha ganado Pedro Sánchez con creces. Sacando de quicio a Rajoy y consiguiendo, también, que el lenguaje corporal del presidente del Gobierno fuera lamentable. Alguien debería decirle a éste que despreciar al rival es sinónimo de derrota.

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