Blog de Manolo de la Torre


Entrenador de fútbol, ha ejercido la profesión 19 temporadas. Escritor en periódicos,
ha publicado una columna diaria, durante dos décadas, en tres periódicos ceutíes.

jueves, 5 de marzo de 2015

Comentarios sobre la conferencia dada por Vivas

Fui a la conferencia griposo y sin saber que en la quinta planta del Hotel Tryp me esperaba el enemigo más peligroso para mi afección: un aire acondicionado que exigía ir acorazado para evitar los males que a mí me ha causado esa corriente de aire maligna a todos los efectos. La refrigeración de la sala parecía dispuesta con inquina. Es decir, a cosa hecha. La próxima vez, que se celebre otro acto en tal lugar, o me presento metido en una escafandra especial o, sintiéndolo mucho, a Juan Vivas lo va a ver...

A la conferencia dada por Vivas le hice yo el artículo en un amén. Porque vi claro cómo nuestro alcalde subió al escenario diciendo: vean ustedes de qué manera he crecido como orador, que no necesito atril como parapeto, ni papeles ni nada.  Charlaré a cuerpo limpio y hasta les voy a demostrar que a pasear el escenario no me hubiese ganado ni siquiera El Príncipe Gitano. Y a fe que su faena tuvo empaque. De haber sido ante un toro, no nos habría quedado más remedio que festejarle que entre tanda y tanda de muletazos supo andarle al morlaco por delante, aunque sin perderle la cara. En rigor: nunca antes nuestro alcalde había sido capaz de ser tan variado y tan divertido en sus actuaciones.

Es la ventaja de los años -¿verdad, Juan?-, que alguna había de tener, que al final sabes jugar los naipes que te han servido. Lo cual no quiere decir que ese aprendizaje esté al alcance de todo el mundo. "Las cosas claras y el chocolate espeso". Por ello, me voy a permitir decirte que en la exposición que hiciste de tus catorce años como alcalde, nadie podrá acusarte de que estuviste "más cumplido que un luto alicantino". Porque no es verdad. Incluso no tengo el menor reparo en propalar que más que ironía sacaste a relucir sarcasmo en no pocas ocasiones, durante tu discurso. Lo cual se reflejaba en esa sonrisa conejil que le atribuyen a Mariano Rajoy y que tú luciste en escena. Dando la impresión de haber nacido en los chirlos mirlos. O sea, más o menos en Ortigueira, por ejemplo.

Eso sí, no tengo más remedio que decirte hoy, lo que no te dije ayer, que la gente echó de menos un respetuoso recuerdo a Pedro Gordillo. Y no será, alcalde, que, quien escribe, no te lo advirtió un día antes de celebrarse la conferencia. Pues hay cosas que son de cajón. Y conviene a veces, ésta era una de ellas, hacer de tripas corazón y no caer en el error del olvido. Sí, ya sé, aunque no creo que te haga mucha gracia oírmelo decir, que tú tienes no pocas mujeres a tu alrededor, tan leales como dispuestas siempre a salir en tu defensa, que no veían con buenos ojos que se mencionara al dirigente muerto. Lo cual no te exime de la posible culpa. En fin, debes reconocerme que, esta vez, se te fue el santo al cielo. Pelillos a la mar.

Creo alcalde que no eres merecedor de las críticas que se te han hecho por decir a voz en cuello que Francisco Antonio González es el mejor delegado del Gobierno que tú has conocido. Pues amén de compañero de partido existen, además, al margen de que sea buen delegado, situaciones emocionales que conviene entender. De cualquier manera, bien sabes tú, alcalde, lo mucho que te ayudó, en su momento, José Fernández Chacón. Y una mención a éste, por muy socialista que fuera, tampoco habría desentonado en una noche en la cual, de verdad, fuiste un hablista extraordinario.

Por lo demás, me agradaría saber si tienen visos de verdad los rumores que alguien se ha encargado de airear por la ciudad: Juan Vivas ganará las elecciones y, en un corto espacio de tiempo, dejará la alcaldía en manos de Francisco Márquez. Y a partir de ahí se relata lo que a mí me parece, te lo digo como lo siento, el cuento del alfajor. Ya que yo no creo que tú estés tan harto de ser la primera autoridad de la tierra como para dar ese paso en su día. En fin, termino diciéndote que la próxima charla que se te ocurra dar, si el aire acondicionado es el mismo, no cuentes conmigo. Porque yo no gano suficiente dinero como para costearme una nueva pulmonía.

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