Blog de Manolo de la Torre


Entrenador de fútbol, ha ejercido la profesión 19 temporadas. Escritor en periódicos,
ha publicado una columna diaria, durante dos décadas, en tres periódicos ceutíes.

domingo, 17 de mayo de 2015

La vanidad

He leído y releído El túnel. Novela de Ernesto Sábato. Y en la que el personaje principal, Juan Pablo Castel, el pintor que mató a María Iribarne, aprovecha el segundo capítulo para referirse a la vanidad. Espigo lo siguiente: "Me hacen reír esos señores que salen con la modestia de Einstein o gente por el estilo; respuesta: es fácil ser modesto cuando se es célebre; quiero decir parecer modesto. Aun cuando se imagina que no existe en absoluto, se la descubre de pronto en su forma más sutil: la vanidad de la modestia. ¡Cuántas veces tropezamos con esta clase de individuos¡ La vanidad es el motor del progreso Humano".

De la vanidad nadie se libra. Hablar de uno mismo estuvo muy mal visto y hasta prohibido en nuestro siglo XVI. Tal es así que Felipe II nunca quiso que nadie contara su vida. Así que ganó fama de despreciar a sus aduladores. Tal comportamiento, y el temor que se le tenía, dado su enorme poder, hicieron posible que se creara la leyenda de la España negra.

Aunque nadie me negará que el más simple reconocimiento a nuestra forma de ser o a nuestro trabajo es el mejor estímulo que podemos recibir;  siempre y cuando lo dediquemos a mejorar el hecho alabado y, naturalmente, retorciéndole como nunca el cuello al engreimiento para no desembocar en el orgullo desmedido y capaz de abatir al más pintado.

 Hace pocos días, leyendo la Verdad de Ceuta, como suelo hacer cada mañana, me di de bruces con una nota que me había dedicado Luis María Fernández, propietario del periódico digital, donde me Ponía en los cuernos de la luna. Me explico: Se usa esta expresión para ensalzar a alguien. Este tipo de elogio tiene casi siempre el cariz de estima y afecto entre quien hace la alabanza y quien la recibe. Lo cual es una auténtica realidad entre LMF y quien escribe. Eso no quita para que a veces no estemos de acuerdo en según qué cosas.

A Luis María Fernández le conocí yo cuando él era muy joven. Sigue siéndolo, eh; pero no cabe la menor duda de que por el camino recorrido, que le ha sido largo y a veces sinuoso, ha dejado parte de aquella frescura que mostraba cuando el fútbol juvenil le quitaba horas y horas a sus quehaceres particulares. ¡Cuántos muchachos se habrán beneficiado de aquella locura futbolística que embargaba a nuestro amigo!

En lo tocante a lo que dijo de mí Luis Maria Fernández, en ese párrafo que me puso como un flan y colmó mi vanidad, no creo que haya mejor respuesta que la que tomo prestada de un  gran escritor y periodista, José Luis Alvite, a quien leí con fruición hasta el día de su muerte: "Cada día le encuentro más inconveniente al riesgo, seguramente porque me he dado cuenta de que la valentía sólo puede ser la consecuencia de un descuido. Ahora bien, temo que no pueda volverme un tipo razonable sin convertirme al mismo tiempo en un dócil hombre desalado". Estimado LM: ese es  el quid de la cuestión.




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