Blog de Manolo de la Torre


Entrenador de fútbol, ha ejercido la profesión 19 temporadas. Escritor en periódicos,
ha publicado una columna diaria, durante dos décadas, en tres periódicos ceutíes.

lunes, 25 de mayo de 2015

Mohamed Alí

Tardó nada y menos en proclamar a los cuatro vientos que estaba decidido a dejar de ser el dirigente principal de la coalición Caballas, debido a que los resultados de las elecciones no habían sido los esperados (todavía desconocía que su partido obtendría un escaño más). Sus palabras, expresadas en caliente, me sonaron a falsas. Porque Mohamed Alí tiene ya tablas suficientes en política como para saber que la consecución de 3 concejales, tras sus muchos errores cometidos, durante los últimos cuatro años, eran un regalo de la diosa Fortuna. Un premio excesivo, sin duda, que debió acoger con el regocijo apropiado.

Pero Mohamed Alí, nada más enterarse de los resultados de las urnas, sólo pensaba en la manera que podía digerir el éxito de una señora que, tras escindir a Caballas, formó un partido en un amén y éste acababa de dar la campanada, consiguiendo 3 escaños. La señora, en cuestión, se llama Fátima Hamed. La misma que había hecho bueno el dicho de que no hay peor cuña que la de la misma madera.

Tengo la certeza de que durante la noche del domingo electoral, la que estaba presente en la sede de Caballas era Fátima Hamed: presidenta del partido Movimiento por la Dignidad y Ciudadanía (MDyC). No podía ser de otra manera. Pues su triunfo era imposible que no pesara como una losa en la sede de un partido al que ella había accedido toda ilusionada en sus comienzos, para cumplir sus deseos de participar en la política activa.

Así que el primer damnificado por el éxito de MDyC no podía ser otro que el dirigente de Caballas: Mohamed Alí. Y si quiere dejar su cargo, que no se lo achaque a los resultados de las urnas, y sí alegando su craso error por permitir que Fatima Hamed tuviera que marcharse del partido por disconformidad con la forma de actuar de Juan Luis Aróstegui.

Yo escribí acerca de la irrupción en política de Mohamed Alí en su día. Y recuerdo que consideré su aparición como una bocanada de aire fresco y de la cual estaba necesitada la política de la ciudad en aquellos momentos. Llega, dije de él, con capacidad suficiente para fiscalizar las actuaciones del gobierno, además de irse curtiendo en una actividad en la que puede prestar los mejores servicios.

Pero mis esperanzas, y las de cuantos esperaban mucho de MA, se truncaron en el momento en que éste se echó en los brazos del secretario general de Comisiones Obreras y puso su partido, Unión Democrática Ceutí, de corte ganador, al servicio del sindicalista; cuyo PSPC estaba hundido en la miseria. Fue un desastre de acuerdo. Un despropósito en todos los sentidos. Una auténtica ruina para Caballas. Por tal motivo, y no por el resultado de las elecciones, es por lo que tendría que haber dimitido MA, hace ya bastante tiempo.


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