Blog de Manolo de la Torre


Entrenador de fútbol, ha ejercido la profesión 19 temporadas. Escritor en periódicos,
ha publicado una columna diaria, durante dos décadas, en tres periódicos ceutíes.

martes, 23 de junio de 2015

Singladura

Escribir y carecer de lectores debe de ser insufrible. Un atentado contra la vanidad. La que todos tenemos en mayor o menor medida. Yo debo dar gracias a  quien corresponda por ser leído. Lo cual me obliga a tener que oír con suma atención a quienes, por acceder al Blog Aires de Ceuta, no dudan en preguntarme lo que creen oportuno. Y, claro es, no pocas veces me ponen en un brete.

De ese apuro o compromiso, como ustedes deseen nombrarlo, cuesta lo indecible salir airoso. Por ejemplo: la toma de posesión del delegado del Gobierno fue muy seguida y, por tanto, se me viene echando en cara que yo no haya dicho nada al respecto. Y, cuando pregunto qué desentonó en ese acto institucional, la contestación es la siguiente: "Alguien licenciado en Derecho y Ciencias Económicas, además de llevar veintitantos años dedicado a la actividad pública, a veces con responsabilidades Administrativas y otras veces políticas, no debe pecar de despistado.

Así que no me cabe más que ser oidor. Con el fin de poder contar lo que piensan muchos de mis lectores. Verbigracia: ellos dicen que les parece muy bien que Nicolás Fernández Cucurull siga confiando en el personal que ha estado a las órdenes del anterior delegado del Gobierno. Porque no es conveniente hacer cambios cuando las elecciones generales están a la vuelta de la esquina y todo apunta a que puede gobernar España un frente popular.

Otros me dicen que ese lapsus cometido por Fernández Cucurull a la hora de jurar el cargo fue una distracción injustificable en alguien que ha sido testigo no pocas veces de semejante acto. Un error imperdonable. Yo opino, sin embargo, que olvidarse de las palabras que tenía que pronunciar le puede pasar al más pintado. Porque los nervios suelen jugar malas pasadas en tales momentos. Lo cual no deja de ser una circunstancia de interés puramente anecdótico.

Mis lectores no ceden. Y llegan a tacharme de ser muy benevolente con el recién nombrado delegado del Gobierno. Hasta el punto de decirme que, de un tiempo a esta parte, todo lo que hacen los dirigentes del Partido Popular me parece estupendo. Y que bien haría en endurecer mis opiniones. En fin, que mis lectores han decidido sacarme los colores. Y yo, que siempre tomo buena nota de lo que ellos me dicen, porque son el único capital que tengo, no dudo en salir del trance como buenamente puedo, alegando lo siguiente...

Lo peor que hizo Nicolás Fernández Cucurull en su toma de posesión, según mi parecer, fue aludir a eso de la singladura. Emplear ese término marinero para decirles a los miembros de su equipo que espera sea larga y fecunda. Sin caer en la cuenta, y aquí sí que se le debe reprochar su dejadez, que singladura es la distancia recorrida por una nave en veinticuatro horas, que, generalmente, empiezan a contarse desde las doce del día. O intervalo de veinticuatro horas que empiezan, igualmente, a contar desde mediodía.

Resumiendo, quienes quieran mantener tiesa y firme la comparación de una aventura humana con la del navío, según nos dejó dicho don Fernando Lázaro Carreter, no le exijamos la misma precisión que a un almirante, pero sí más que a un barquero.


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