Blog de Manolo de la Torre


Entrenador de fútbol, ha ejercido la profesión 19 temporadas. Escritor en periódicos,
ha publicado una columna diaria, durante dos décadas, en tres periódicos ceutíes.

sábado, 11 de julio de 2015

Herrera, Guardiola y Mourinho

En nada me siento menos imperito, gracias a que fue mi oficio durante muchísimos años, que en cuestiones futbolísticas. Deporte que me interesa más que ningún otro, aunque casi todos me gustan lo suficiente para verlos. Así que podría muy bien hacer mía la frase que se le atribuye a Albert Camus: "Todo cuanto sé con mayor certeza sobre la moral y las obligaciones de los hombres, se lo debo al fútbol".

El fútbol es una actividad que acapara la voluntad de sus actores. Como todos los deportes. Si bien éste, por ser el deporte rey, exige una entrega ilimitada a los profesionales. Llamado el opio de los pueblos, por la ascendencia que ejerce sobre las personas, el fútbol ha ido mejorando en todos los aspectos con el paso de los años. Qué decir de los balones actuales, de los terrenos de juegos, de los viajes, de las comidas, de los equipos médicos, de los fisioterapeutas y de cómo los entrenadores han sabido rodearse de un equipo de colaboradores para cometer los menos errores posibles.

Cada año, cuando los equipos comienzan la preparación, me agrada sobremanera recordar que la mejora del fútbol empezó con la llegada de Helenio Herrera a España. Fue un soplo de aire fresco para los entrenadores. Él se hizo respetar en un deporte donde el entrenador era un don nadie. HH hizo posible, con su enorme personalidad, que todas las miradas recayeran sobre él. Con lo cual monopolizó la atención y se convirtió en el punto de mira de tirios y troyanos. A partir de ese momento, los entrenadores adquirieron prestigio y ganaron más dinero que nunca antes. Creó escuela. Muchos años después, todavía se sigue hablando de sus métodos y de cómo imponía sus criterios por encima incluso de las figuras de la época.

HH, conocido también por el sobrenombre de El Melenas, respondió así a una pregunta de un periodista que se puso impertinente: "Ganaremos sin bajarnos del autocar". Así que fue calificado, inmediatamente, de arrogante. Sus jugadores lo adoraban. Cuando a mí se me ha preguntado por don Helenio no he tenido el menor inconveniente en compararlo con José Mourinho. Cambiando lo que haya que cambiar. Ya que en aquellos entonces los medios de comunicación eran pocos y no se escribía ni se hablaba de fútbol como ahora. Y el entrenador, aun siendo HH, difícilmente podía estar todo el día en el candelero.

HH era no sólo el mejor entrenador sino que, además, era actor. Que es lo que debe ser un buen entrenador. Guardiola y Mourinho son actores también. El primero, lo he dicho ya en varias ocasiones, es lo más parecido a Charles Boyer. Porque trata de embaucar a sus admiradores con sus visajes. La cara de Pep, cuando habla, es el espejo de una persona cuyo cometido principal es tratar de convencernos de que estamos ante una criatura sincera, acogedora, leal y con una capacidad intelectual que para sí la quisiera Mario Vargas Llosa. El segundo, o sea,  Mourinho, lucha denodadamente para que nadie ponga en duda que él detesta a los hipócritas. A los aparentes. A los sepulcros blanqueados. Es una especie de James Dean.

Guardiola, desde que habla alemán, ha dejado de ser Charles Boyer para convertirse en un actor de películas de las que hacía la UFA. Mourinho, dada la aversión que por él sienten todos los periodistas partidarios de Iker Casillas, será considerado siempre el personaje malo de la película. El hombre que le arruinó la carrera deportiva a quien le ha dado tanto... al Madrid.  (A propósito: yo fui el primero que, tras ver jugar a Casillas frente al Bilbao -en el viejo San Mamés, un 12 de septiembre de 1999-, enumeré todas sus carencias y sus escasas virtudes. Y mantuve siempre el mismo criterio. También le he reconocido, como no podía ser de otra  manera, que no se puede ganar tanto con tan escaso bagaje profesional. Así que tanta gloria lleve al Oporto Casillas, como paz deja en el Madrid).

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