Debo aclarar que empiezo a escribir a las cuatro de la tarde de un lunes en que el presidente del Madrid, Florentino Pérez, tiene anunciada una conferencia de prensa a las siete y media del día que rige. En la que hará, seguramente y con la boca chica, una defensa numantina del entrenador. Que es lo que suelen hacer los presidentes culpables de cualquier fracaso del equipo por haber influido de manera sibilina en la alineación.
He de decir cuanto antes -aunque ya lo puse de manifiesto nada más acabar el partido donde el Madrid pegó un petardo frente al Barcelona y que se oyó hasta en los chirlos mirlos, o sea, allá donde el viento da la vuelta- que la derrota fue una tragedia. Deportiva, claro que sí; pero no por ello menos tragedia. Pues no conviene echar en saco roto los millones de identidades madridistas que quedaron avergonzadas de lo acontecido en el Bernabéu.
El caso es que todavía colea, y lo que te rondaré, morena, la estafa perpetrada por parte de los profesionales del Madrid. Y es que los espectadores pagaron por ver un partido entre dos de los mejores equipos del mundo, si no los mejores, y sólo vieron a uno cuyos jugadores bien podrían decir: "Llegamos, vimos y vencimos con suma facilidad".
Transcurridos ya varios días del desastre merengue, y siendo yo perito en la materia, todavía no logro concebir que un entrenador como Benítez, tan experimentado en el fútbol, se olvidara de repente que la pérdida del medio campo es lo que condena a cualquier equipo. Máxime si enfrente se halla un Barça capaz de dominar incluso si se le ofrece resistencia en esa parcela del terreno de juego.
A medida que transcurría el partido de marras, esto es, el Madrid-Barcelona, yo me acordaba de lo que escribí días antes de que mi equipo, el Madrid, jugara frente al Bayern de Múnich en pretemporada. Escribí que tan extraordinaria plantilla podría hacer posible que Benítez cometiera el error que se le achaca en fábula extraordinaria al asno de Buridan.
Guardiola, cuando le preguntaron tras el partido por el Madrid, se pronunció tal y como quien escribe lo había hecho días antes: con un 4-4-2, cerrando las bandas Lucas Vázquez y Cherychev, o bien otros jugadores comprometidos con esa misión, el Madrid será un equipo irresistible. Y creo que Benítez también estaba convencido de ello.
Pero Benítez, tal vez por congraciarse con los dirigentes del club, erró al alinear frente al Barça a todas las figuras con un cometido muy principal: jueguen ustedes como saben y la victoria será nuestra. Y la cagó. De modo que a partir de ahora, además de estar en precario, no tiene más remedio que imponer sus dotes de mando. Si bien, tras lo ocurrido, mucho me temo que va a necesitar un viaje a Lourdes.
PD. Lo que diga Florentino Pérez en la conferencia de prensa, a las siete y media de la tarde de este lunes, tiene el valor que tiene... Ninguno.
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