Recién cumplido yo los 18 años, recibí una carta de Ángel Rodríguez "El Feo"; éste llevaba la tira de tiempo colocando jugadores por toda España, a cambio del correspondiente diez por ciento. Ni que decir tiene que El Feo, sobrenombre por el cual era muy conocido, manejaba desde Madrid un negocio que le resultaba muy rentable. Su carta iba acompañada de un impreso para que yo le otorgara poderes como representante artístico. Mis datos los había obtenido por medio de José Sanchez Pérez "Trompi", futbolista idolatrado en Granada.
Requerí los servicios de El Feo un año después de haberme comprometido con él. Y lo primero que hizo fue citarme en el Bar Cádiz de Madrid; establecimiento colindante con la puerta de emergencia del cine Carretas. Mi llegada a Madrid se produjo un viernes, día muy caluroso de 1959. Y, tras dejar mi equipaje en una pensión de la calle Echegaray, todavía tuve tiempo para barzonear por el pasaje de la Victoria y tomarme una cerveza en el Bar Club, antes de acudir a la cita con el famoso agente de jugadores.
A las dos de la tarde me presenté en el Bar Cádiz y le pregunté a un camarero por don Ángel Rodríguez. Y éste me dijo que El Feo era quien estaba sentado en la mesa situada junto a una ventana que daba a la calle. Y allí se hallaba comiendo con avidez un pollo asado, especialidad de la casa, acompañado de una jarra de cerveza.
Nada más verme, El Feo, que hacía honor a su apodo, me indicó con una mano que tomara asiento junto a él. Y con la boca llena se expresó de tal guisa: "Yo soy El Feo, y usted es Manolo de la Torre, ¿verdad?". Una mujer compartía mesa con él. Era joven, y se le notaba la mucha ascendencia que tenía sobre aquel hombre gordo, gordo, gordo. Sudaba lo indecible. Por lo que cada dos por tres se pasaba el pañuelo por el rostro para impedir que el liquido anegara la mesa.
No dudé en aprovechar su invitación para pedir una caña de cerveza y un bocadillo de calamares. Y a partir de ahí estuve todo el tiempo prestando suma atención a cuanto me iba diciendo acerca de su influencia en el mundo del fútbol, gracias a las muchas operaciones en las que había intervenido. Se mostraba enormemente orgulloso de su participación en el traspaso de Juanito Alonso; portero que llegó al Madrid procedente de El Ferrol. Se quejó amargamente de haber perdido las ganas de viajar con su furgoneta por toda España; síntoma, decía, de que estaba haciéndose viejo. A lo que respondió su compañera con un visaje, que parecía encerrar coña marinera.
De pronto fue al grano:
-Está usted recomendado a Paco Hinojosa, entrenador del Béjar Industrial. Equipo que paga muy bien y a tocateja. Por lo que mañana le estarán esperando en el autobús que hace el trayecto Madrid-Salamanca y que tiene su parada en la misma puerta de Casa Yuste; restaurante muy conocido. En cuanto a mi comisión, ya se encargará de cobrársela el tesorero del club. Por lo demás, De la Torre, espero que haga tan buena temporada como buen comportamiento tenga.
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