Blog de Manolo de la Torre


Entrenador de fútbol, ha ejercido la profesión 19 temporadas. Escritor en periódicos,
ha publicado una columna diaria, durante dos décadas, en tres periódicos ceutíes.

jueves, 7 de enero de 2016

Mirando hacia atrás

Sale en televisión un señor que dice ser grafólogo, vamos, que se dedica a estudiar el carácter de las personas por los rasgos de su escritura a mano, y se pone a hablar de sus análisis al respecto. La grafología, decirlo es necesario, aún está considerada como una falsa ciencia. Oyéndole, sin embargo, me vino a la memoria lo dicho por un perito del asunto sobre  Manuel Azaña, tras estudiar la letra de éste en sus Cuadernos robados.

Reza así: La letra temblona, vacilante y tortuosa de Azaña ponía de manifiesto a un hombre bilioso y cardíaco, con bruscas alternativas de carácter, afán de disimulo, pronto a la cólera, refractario al amor y a la ternura, propicio a los grandes desmayos, de gestos femeninos, con la voluntad entregada a sus aduladores y dotado de aficiones despóticas.

En un alarde de perspicacia, el grafólogo había sido capaz de detectar en la letra de Azaña signos inequívocos de una piorrea crónica, que le había martirizado desde niño, impidiéndole reír a sus anchas, causa de su contención de emociones y de su carácter poco expansivo. Completado el cuadro, aseguraba el gran profesor (!) que el poder le había servido para satisfacer sus instintos sádicos y que, oscuro e impotente, su disfrute le había convertido en un monstruo.

No conforme con lo dicho,  sigue dándole gusto a su lengua viperina: Azaña es cobarde, afeminado, sádico, impotente, frustrado, rencoroso, monstruo de maldades, frío déspota. Debido a los epítetos de aquel singular grafólogo,  recogidos en fragmentos y publicados en ABC de Sevilla, en 1937, Manuel Azaña fue tenido en las Academias Militares como arquetipo de diablo, Gracias también, cómo no, a que hubo militares como el general Mola y periodistas como González Ruano, que hicieron propaganda del hecho.

Vamos a suponer: ¿se imaginan ustedes qué pasaría, en estos momentos cruciales de la vida política española, si un grafólogo se atreviera a publicar un análisis del carácter de Mariano Rajoy y Albert Rivera, de Pedro Sánchez y Pablo Iglesias, tras el estudio de la escritura de cada uno, para ensañarse con ellos de igual manera que otrora lo hicieron con don Manuel Azaña?

Pues que se armaría la de Dios es Cristo.



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