Blog de Manolo de la Torre


Entrenador de fútbol, ha ejercido la profesión 19 temporadas. Escritor en periódicos,
ha publicado una columna diaria, durante dos décadas, en tres periódicos ceutíes.

jueves, 21 de enero de 2016

Particularismo

José María es un amigo con quien tuve la suerte de compartir varias temporadas de fútbol en el mismo equipo aunque con misiones distintas. Nos solemos llamar de higos abrevas y doy fe de que se nos duermen las orejas de estar al aparato. Es lo que nos ha ocurrido hoy. Debo decir, para que nadie se llame a engaño, que mi querido JM ha sido siempre muy protector de las mujeres. Una forma de proceder que, con el paso de los años, parece que no está bien vista. Por más que sea un marido ideal, según su mujer, y un tipo sensacional para cuantos nos ufanamos de su amistad.

Durante la charla, hablamos de fútbol, como mandan los cánones, y acabamos haciéndolo del momento actual que vive España. José María es abogado y vive la política intensamente. De pronto, va y me dice: "Pobre España, Manolo, es como una mujer sin marido, no tiene jefe, ¡está perdida! -Y, claro, me veo obligado a llamarle machista. Pero mi amigo pasa de la admonición y va al grano.

Es evidente que España sigue estando enferma de particularismo. Un padecimiento que ha vuelto a brotar con fuerza y cuyas consecuencias entorpecen, sin duda alguna, el discurrir de la democracia. Vamos a ver, Manolo, don José Ortega y Gasset lo clavó en su momento al expresarse así: La esencia del particularismo es que cada grupo se deja sentir a sí mismo como parte y, en consecuencia, deja de compartir los sentimientos de los demás.

Tras tomarse un  respiro, mi amigo continúa disertando. Los nacionalistas catalanes y vascos tienen muy desarrollados el sentido de la insolidaridad y se hacen tirabuzones con las esperanzas y necesidades de los que no son como ellos. En cambio, ponen el grito en el cielo en cuanto creen que han salido perjudicados en algo. Lo peor del particularismo es que se ha extendido por toda España y se ha ido amoldando según las condiciones de cada región y, de seguir así la cosa, puede que llegue un día en el cual haya que combatir, nuevamente, el cantonalismo. Y ese desinterés por formar parte de España es lo grave de una nación que ha vivido, hasta que le dieron matarile a la clase media, mejor que nunca antes.

-¿Crees tú, José María, que nos será posible salir de esta encrucijada política?

-Claro que sí. No olvides que los españoles siempre hemos salido airosos en situaciones muy difíciles. Eso sí, con la ayuda del pueblo. Porque aquí, créeme, lo que no haga el pueblo es imposible que lo hagan los gobernantes. Por cierto, y perdona la dureza de mis palabras: "Si hoy existiera la pena de la hoguera, los políticos serían los más sujetos a ella".

Tras lo hablado por José María, mi amigo, sólo se me ocurre lo siguiente: en ningún momento la palabra país ha salido de su boca. Y es que el nombre de España es de ensueño.




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