Blog de Manolo de la Torre


Entrenador de fútbol, ha ejercido la profesión 19 temporadas. Escritor en periódicos,
ha publicado una columna diaria, durante dos décadas, en tres periódicos ceutíes.

viernes, 19 de febrero de 2016

El estilo lo es todo

Desde los tiempos de Adán y Eva hasta nuestros días, muchos millones de hombres han hecho la corte a otros tantos millones de mujeres. En tales circunstancias, las cosas que se han dicho, que se dicen y que problablemente se dirán, son siempre las mismas. Pero lo que es distinto, lo que cuenta, no es lo que se dice, sino cómo se dice. El misterio del estilo radica en eso. En cualquier curso de redacción se enseña que un adverbio repartido aquí y allá, un adjetivo en su sitio, un sustantivo por otro, pueden realizar el milagro. "El sentido -decía Pascal- recibe de las palabras su dignidad". Es el secreto del estilo.

Así se lo digo a la mujer que atiende a mis palabras, pacientemente, mientras saboreamos un rioja y una exquisita tapa en el Mesón La Dehesa (por cierto, la reforma del establecimiento merece la calificación de sobresaliente). Mi interlocutora es profesora y la distingue una vasta cultura de la que uno se va empapando con esa suavidad con la que entran los buenos vinos. La respuesta de ella a mi exposición es la siguiente:

-Mira, Manolo, se sabe que no hay persona célebre para su ayuda de cámara ni para su propia mujer. La mujer del famoso hombre político francés exageró un poquito. Pero decía la verdad. Esa mujer no era un portento y había conservado, a pesar de los años, y la incuria del tiempo, la adorable ingenuidad de las personas, por vocación, disipadas. Entre otras cosas, creía que el valor, la virtud y la honestidad eran los únicos ingredientes indispensables para captar éxitos. Por eso, no conseguía comprender perfectamente como el oscuro candidato electoral que había desposado treinta años atrás, había llegado a ser ministro de la Tercera República. Pues en la intimidad del hogar, le parecía vulgar, vacío, insuficiente.

Tras tomarse un respiro, la profesora, aun sabiendo que yo conocía la anécdota y hasta que la había publicado en su día, no dudó en continuar relatándola.

-Ocupada como estaba en discurrir de un salón a otro, de una tienda de moda a otra, a la mujer del político francés se le ocurrió un día la insólita idea de asistir a una discusión parlamentaria. Entró en el Parlamento cuando su egregio marido estaba pontificando desde el banquillo azul. ¡Y comprendió! Comprendió cuál había sido,.al menos para su consorte, el secreto del éxito. El hombre sabía hablar. Sabía decir las cosas más banales de manera interesante, y las cosas aburridas, de manera apetecible. Era seductor de profesión. Tenía lo que se llama "estilo oratorio". Y "el estilo lo es todo", como afirma el genial estilista francés Flaubert.

Nada más terminar de contar la historia de la mujer del político de la Tercera República francesa, la profesora guardó silencio, esperando que yo le dijera algo al respecto. Y, claro, se me ocurrió preguntarle por la tan cacareada telegenia de Pablo Iglesias, y qué le parecía lo bien que daba en la pequeña pantalla por conocer perfectamente el mecanismo televisivo. Y, sobre todo, por emplear un lenguaje sencillo y capaz de llegar a la gente de la calle.

El gesto de la profesora, más bien visaje, lo decía todo. Pero yo insistí en que se pronunciara. Y lo hizo:

-Vamos a ver, Manolo, mentiría si no reconociera que Pablo Iglesias sabe mirar a la cámara y que está tan habituado a ella como para hablar en televisión como si estuviera en el patio de su casa. Pero confunde sencillez con hablar muy mal.  De modo que su atractivo ante la pantalla pierde muchos enteros en cuanto abre la boca. Por ejemplo, dice " a partir de ya", toda la vida se ha dicho a partir de ahora o a partir de este momento. "O las leyes se contemplan" en vez de las leyes ordenan o las leyes disponen. La cursilería le sale por todos los poros cuando le da por decir eso de "hablando de otra temática", cuando lo que quiere decir es hablando de otro tema.

La última vez que lo estuve viendo en televisión, además de ese horrible " a nivel de" que usa para dar y tomar, se le ocurrió hablar de un "hecho noticioso", refiriéndose a una vulgar noticia. Y así podría rellenar una libreta entera de nuevas frases pronunciadas por él. Y entonces comprendí que alguien que habla así, créeme, más que progresista es un señor que no sabe hablar la lengua española

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