Blog de Manolo de la Torre


Entrenador de fútbol, ha ejercido la profesión 19 temporadas. Escritor en periódicos,
ha publicado una columna diaria, durante dos décadas, en tres periódicos ceutíes.

domingo, 1 de mayo de 2016

Gareth Bale, maltratado por sistema

De la presentación de Gareth Bale en el Madrid, rodeado de cámaras y sometido a preguntas por los periodistas, recuerdo yo cómo el jugador galés bajaba la vista al suelo con un recato propio de tiempos pasados. Era la viva imagen de un futbolista cuya llegada al mejor club del mundo parecía haberle acrecentado aún más su modestia. Respondía a las preguntas -en inglés- con parquedad. Cual si hubiera sido enseñado a comportarse como un auténtico espartano. Se llegó a decir que su cortedad era por temor a molestar a Cristiano Ronaldo.

Pasaban los días y Bale seguía dando respuestas lacónicas. Así que le acusaron con celeridad de ser un  tipo raro que se negaba, además, a no tener el más mínimo interés en relacionarse con los compañeros. A partir de ahí comenzaron  a criticarle acerbamente. Empezaron a decirnos que el fichaje del galés había sido un auténtico despìlfarro de millones de euros. Aprovechando, cómo no, la caótica situación que vivía -y que sigue viviendo- la clase media española. Con el fin de ahondar más en la herida.

En pleno período de adaptación -lógico en cualquier jugador que cambia de equipo, y en este caso hasta de país-, periodistas y técnicos de andar por casa le zurraron la badana de lo lindo. Dijeron  de él que era un jugador sobrevalorado. Que no tenía cabida en el Madrid. Que su fútbol era  tan vulgar como tosco y, por tanto, carente de las condiciones específicas que ha de reunir un jugador contratado por el equipo más laureado del universo futbolístico.

Eso sí, en cuanto Bale corría a más velocidad que la 'galerna del Cantábrico' -Gento- y disparaba cañonazos sólo comparables con los que nos regalaba Puskas, amén de exhibir la potencia de su salto y sus espectaculares remates de cabeza -Santillana en estado puro-, sus críticos -que eran multitud- alegaban que todo eso era poco bagaje para lo que se había pagado por él. En suma, que el galés era perseguido con saña y hasta se le culpaba de que un jugador como Isco -el tarro de las esencias futbolísticas españolas- estuviera en la suplencia.

Un día, a Bale se le ocurrió hacer que Bartra perdiera la noción del tiempo, durante una carrera meteórica conduciendo un balón que acabó dentro de la portería que guardaba mi paisano Pinto. Gol que valió una Copa del Rey y que dio la vuelta al mundo. Pero sus acérrimos enemigos dijeron que aquella demostración de grandeza futbolística fue pura chamba. Asimismo hubieron de tragar quina con su gol al Atlético de Madrid en la célebre final de la Liga de Campeones en la cual Casillas se había tragado el gol de Godin y Ramos había logrado el milagroso tanto del empate.

Cuando la BBC, es decir, Bale, Benzema y Cristiano estaba mal, quien pagaba el pato era Bale. A quien le acusaban de ser un  holgazán por no correr hacia atrás para defender en los momentos necesarios. Todos los males del Madrid  de Ancelotti se le achacaban a él. Hasta el punto de que el Bernabeú, soliviantado por opinantes y cronistas, no dudó en abroncar al jugador nada más sonar su nombre por los altavoces. Principiaron, pues, a lloverle las imprecaciones.

En medio de un ambiente enrarecido, desagradable en extremo y peligroso, lo lógico era que la desazón se apoderara de Gareth Bale. Inquietud negativa que siempre acaba afectando a los músculos. Y se producen las lesiones. Fue entonces, en tales momentos, cuando sus detractores dijeron que padecía una grave lesión en la columna. Y que el Madrid había invertido un fortuna en un futbolista acabado en todos los sentidos.

Con la llegada de Rafa Benítez al Madrid, dado que éste quería recuperar la estima de Bale, el hecho fue aprovechado por Relaño y compañía para ahondar en el ego de Cristiano y que éste se revolviera contra Benítez y sobre todo contra el jugador galés. Menos mal que el talante pacífico de Bale hizo posible la evitación de incidentes desagradables. Pues el buen carácter es la virtud de los tiempos difíciles.

Ahora bien, dado el buen momento que está viviendo Bale, cuando Cristiano y Benzema están en la enfermería, llega mi consejo: a Bale debería escamarle cualquier repentina amabilidad de quienes se ensañaron con él desde el primer día. Yo, en su lugar, tendría mucho cuidado. O sea.

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