Blog de Manolo de la Torre


Entrenador de fútbol, ha ejercido la profesión 19 temporadas. Escritor en periódicos,
ha publicado una columna diaria, durante dos décadas, en tres periódicos ceutíes.

viernes, 3 de junio de 2016

Desánimo y exasperación de muchos españoles

Innumerables españoles de todas las clases e ideales políticos se sienten desanimados y exasperados. La extendida corrupción causa vergüenza, desánimo e ira. La crisis económica ha reducido a las clases medias y medias bajas a pasar grandes estrecheces y a muchas otras familias a la inanición. Existen ciudadanos, por su condición de vergonzantes, cuyos sufrimientos son indecibles por tener que vivir de la caridad.

La sensación que da la España de hoy es la de un país cuyo camino, no diré a la prosperidad, sino simplemente a unas condiciones humanamente tolerables, se halla bloqueado. Así que la pobreza y la miseria campan por sus respetos en el país europeo donde era más fácil hacerse rico, según dijo Carlos Solchaga, ministro socialista, en un momento en el cual parecía que nuestros gobernantes eran los más listos del mundo mundial.

Por si no fuera bastante con saber que hay multitud de jóvenes, y menos jóvenes, que salen todos los días a la búsqueda de trabajo para comer y que acaban regresando a sus hogares como el Lazarillo de Tormes que a todos nos cautivó, también nos ha tocado ser testigos de cómo los políticos se odian cordialmente y han hecho de sus desencuentros la nota predominante. Así, amén de no haber sido capaces de formar Gobierno, los políticos siguen dando muestras visibles de que no están por la labor de aunar voluntades para sacar al país de la sima en la cual se encuentra. Lo que está agotando la paciencia de los ciudadanos.

Hoy viernes, cuando escribo, he tenido que oír una conversación entre personas tan instruidas como bien situadas, que hablaban de la necesidad de contar en España con alguien de la categoría de Blas Piñar. Es decir, se pronunciaban a favor de una vuelta al pasado franquista. Y lo hacían con total convencimiento y con unas energías dispuestas a la no aceptación de cualquier otro parecer. Tales opiniones han vuelto a brotar al par que las correspondientes al comunismo. Debido a que desde hace años el terreno está abonado para que reaparezcan los extremismos.

De modo que uno ha llegado a la siguiente conclusión: cuanto más se lea sobre política, más se tiene que admitir que cada partido es peor que el otro. Aunque bien es verdad que sólo nos queda el consuelo de repetir a cada paso, y sobre todo en momentos tan cruciales como se avecinan a finales de junio, que la democracia sigue siendo el menos malo de los regímenes. Y, por lo tanto, ojalá acertemos los españoles en las urnas.

Ya que estamos necesitados, para un puesto de tanta responsabilidad, como es el de presidente de Gobierno, de un hombre con brío y capacidad de mando. De no ser así, cualquier día nos sale un Fulano diciendo que los españoles se han cansado ya de tanta libertad. Y sólo nos cabrá decir, otra vez, lo siguiente: ¡A mandar, que para eso estamos!

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