Blog de Manolo de la Torre


Entrenador de fútbol, ha ejercido la profesión 19 temporadas. Escritor en periódicos,
ha publicado una columna diaria, durante dos décadas, en tres periódicos ceutíes.

lunes, 11 de julio de 2016

Cristiano Ronaldo y Costa Santos

Dicen, quienes saben de la cosa, que las grandes pasiones dueñas del mundo no son el amor, la gloria, la piedad... que ni el odio mismo; no, no; es la envidia. Padecimiento que está generando Cristiano Ronaldo entre muchos españoles por haber ganado Portugal la Eurocopa 2016. Se nota, se percibe, se palpa en el ambiente, entre gente de toda clase y condición, que el triunfo de los portugueses, y naturalmente del jugador madridista, no entraba en los cálculos de cuantos, a medida que avanzaba el Campeonato, veían que los hombres dirigidos por Fernando Manuel Costa Santos seguían empecinados en dar la campanada.

Servidor -desde el primer día, y más concretamente desde que los portugueses lograron un empate a tres con los húngaros, en un partido en el cual CR tuvo que ser más CR que nunca- puso sobre aviso de cómo la estrella del Madrid intimidaba a sus adversarios, jugando de delantero centro y dando, a veces, la impresión de que eludía participar en lo que acontecía a su alrededor. En tanto que Nani corría como un poseso, y además acertaba.

Precisamente a partir de ese encuentro, y en vista de los problemas defensivos que había evidenciado la selección portuguesa, decidí yo prestarle mucha atención a las decisiones que pudiera tomar Fernando Costa Santos, seleccionador, para cortar de raíz los errores cometidos por su equipo como bloque. Por ser la única manera de poder competir con selecciones mejores. Por más que éstas salieran al campo con la preocupación que suele generar la presencia de CR.

Y pronto me cercioré de que Costa Santos había entendido perfectamente los males de su equipo y, aún más, había acertado al prescindir de algunos jugadores en beneficio de otros que hasta entonces no habían jugado. Vierinha y Eliseu -laterales- fueron relevados por Cédric y Guerreiro. También le quitó la titularidad a Moutinho y no dudó lo más mínimo en excluir a Ricardo Carvalho.


La mejora de Portugal salió a relucir a la par que sus jugadores iban creyendo que el milagro podía obrarse. Gracias al entusiasmo que comenzó a derrochar Renato Sánches en la zona ancha del campo; gracias al buen hacer y calidad de Cédric y Guerreiro; dos laterales briosos, marcadores excelentes, con buen manejo de balón y, por tanto, capaces de insuflar en momentos decisivos los tan ansiados soplos de aire fresco a sus compañeros de medio campo. Tampoco conviene echar en saco roto que Fonte, defensa central, pese a su lentitud, tuvo en Pepe el compañero ideal para obtener la confianza precisa. Todo ello, naturalmente, sustentado por las buenas actuaciones de Rui Patricio: magnífico portero.

Dado que el bloque de la selección portuguesa funcionaba, a ésta sólo le bastaba la posición de Cristiano Ronaldo, como gran intimidador adelantado, para tener fe ciega en sus posibilidades. Y esas posibilidades fueron las que, quienes hemos sido cocinero antes que fraile, vimos con claridad meridiana. Ahora bien, creer que el dominio de los franceses, durante los primeros minutos del partido, cesaron tras la lesión de CR y su posterior salida del terreno de juego, es un absurdo que no admite discusión.  Prueba de ello es que, llegado el momento oportuno, Costa Santos buscó como referencia a Éder y tuvo, asimismo, la feliz idea de concederle a Moutinho la dirección de la parcela central del campo.

CR ha sido, sin duda, y por más envidia que genere, la pieza clave de un sistema donde los demás futbolistas entendieron, desde el primer momento, la condición de gregario que se les exigía. Nada, por supuesto,  que les haga perder un ápice de valor a la tarea que han cumplido; es más, a muchos, por no decir a todos, les ha servido para ofrecer su mejor versión como profesionales del deporte rey.

La mejor versión, créanme, al margen de los jugadores, la ha dado Fernando Manuel Costa Santos, seleccionador de Portugal, y a quien hay que reconocerle que forma parte de esa clase de entrenadores que ganan y pierden un partido y saben por qué; amén de tener la solución para seguir ganando o evitar seguir perdiendo. La vida, como decía Johan Cruyff, consiste simplemente en tomar decisiones. Pues eso... dejen de practicar la envidia. Que suele hacer daño.




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