Blog de Manolo de la Torre


Entrenador de fútbol, ha ejercido la profesión 19 temporadas. Escritor en periódicos,
ha publicado una columna diaria, durante dos décadas, en tres periódicos ceutíes.

martes, 12 de julio de 2016

El infamador de Víctor Barrio

En cierta ocasión, leí cómo un político, de altos vuelos, caricaturizaba el mucho parloteo sobre camaradería y dudosa empresa común, de la siguiente manera: La gallina le propone al cerdo, una empresa común. ¿Qué podemos hacer juntos?, pregunta éste. Huevos fritos con jamón, responde la gallina. El cerdo replica: Pero mientras tú sales airosa con una contribución diaria, a mí se me exige plena dedicación.

¿Cuánta carne de cerdo nos ha venido nutriendo y alegrándonos la vida? De cerdo, de vaca, de conejo, de pollo y pavo, de jabalí y ciervo, de cabra y oveja, de pájaros de distintas especies y colores -por aquello de pájaro que vuela...- y hasta de caballo. Y así podríamos seguir enumerando hasta desembocar en peces, reptiles y ranas... En fin, que gracias al mundo animal el hombre ha conseguido que la ingesta de carne le permita ser más inteligente que cualquier otro animal.

Si bien hay excepciones, como es el caso de ese maestro de escuela, valenciano él, y que dice llamarse Vicente Belenguer Santos, a quien habría que vigilar muy de cerca para saber si su amor por todos los animales es tan acendrado como para no probar bocado de sus carnes. Porque de ser cierto -no por ser vegetariano-, nos permitiría comprender que su sesera, hueca a todas luces, es la que le ha llevado a injuriar a un torero, tras ser corneado mortalmente en la plaza de Teruel.

¿Cómo es posible que este Fulano, maestro de escuela y valenciano él, se haya atrevido a festejar la muerte de Víctor Barrio? Un tipo que se cataloga como ciudadano muy 'educado' por ser maestro de escuela, ha sido capaz de lamentarse que de esa cornada no hayan muerto los hijos de puta que engendraron al torero y a su parentela. ¡Qué horror!... Tanto como si a alguien se le ocurriera decir, Dios no lo quiera, que al tal maestro, valenciano él, le vendría bien pasar por un mal trance en cualquier matadero municipal. Como castigo a su infame proceder.

Y, además, el maestro de escuela -¡menuda vergüenza para quienes se despiertan todos los días pensando en cómo engrandecer su magisterio!- saca a relucir su bravuconería al decir a voz en cuello que lo dicho lo ratifica en cualquier lugar o juicio. Porque es consciente, claro que sí, de que aquí se persiguen sólo a las personas con ideas políticas que no estén en consonancia con el poder establecido en ese momento.

Pero sigamos con lo dicho por ese pedazo de... maestro valenciano, que dice llamarse Vicente Belenguer Santos, por haber rematado su iniquidad de tal guisa: "Bailaremos sobre tu tumba -la de Víctor y nos mearemos en las coronas de flores que pongan. ¡Cabrón!". Ese hombre (!), el maestro valenciano, tiene una conciencia pública degenerada en resentimiento. Y es que cuando un hombre se siente inferior por carecer de estas calidades -inteligencia, valor o elegancia- es capaz de cometer las mayores afrentas.

El maestro Víctor Barrio está ya descansando en paz, tras haber perdido la vida ejerciendo una profesión en la cual cada día estaba obligado a darle un regate a la muerte. Pero, a partir de ahora, a quien le queda por vivir un calvario es al maestro (?) valenciano, quien dice llamarse Vicente Belenguer Santos. Que Dios se apiade de él...






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