Blog de Manolo de la Torre


Entrenador de fútbol, ha ejercido la profesión 19 temporadas. Escritor en periódicos,
ha publicado una columna diaria, durante dos décadas, en tres periódicos ceutíes.

viernes, 29 de julio de 2016

La ambigüedad de Rajoy

A las nueve y media de la mañana, minuto más o menos, llegué a la playa de El Chorrillo y, cuando miré alrededor, me percaté de que estaba más solo que la una. Yo no necesito a nadie para bañarme; pero siempre me gusta tener cerca a alguien con deseos visibles de darle a la sinhueso.

Y es así, por más que me toque paliquear con un señor o una señora -no vaya a ser que se me enfade el personal-, que decida hablarme de política y sobre todo del Partido Popular; de las bondades de Mariano Rajoy,  y de cómo les cae de mal Sánchez, Iglesias y Albert Rivera. Que es lo que me ha sucedido nada más salir yo del agua. La cual, dicho sea de paso, estaba mejor que nunca. Buena, buena, buena.

El señor parecía que me estaba esperando. Fue acercarme a las duchas, que estaban  en perfecto estado de revista, y llamar mi atención desde uno de los bancos en el cual se hallaba fumándose el cigarrito que, seguramente, tiene prohibido.

-Oiga, De la Torre, y perdone la molestia, ¿me puede usted decir qué piensa sobre Mariano Rajoy?

Créame que me pone usted en un aprieto, siendo tan de mañana, y cuando venía cavilando sobre lo mal que jugó el Madrid, días atrás, frente al PSG. Ahora bien, dado que usted se ha declarado ya votante del PP, le voy a endulzar la mañana, tomando prestada la descripción que hizo José Antonio Labordeta, en 2009, del Rajoy que conoció en el Congreso de los Diputados. Eso sí, citaré de memoria; lo cual, como usted comprenderá, tiene sus riesgos.  

Mariano Rajoy es un tipo curioso que fuma puros habanos y, como buen gallego, encierra detrás de una sonrisa de conejo, por lo indefinida, vagas intenciones que uno nunca sabrá adónde le quieren llevar.

Fue ministro de Administraciones Públicas, luego de Educación y más tarde de Interior -¡chúpate esa!-, después vicepresidente primero y también ministro de Presidencia. A ver cuántos hay que sean capaces de superar semejante trayectoria política.

Y Labordeta, aquel cantautor, escritor, profesor y político, decía, además, que un largo mareo le entraba cada vez que pensaba en cómo habría ido de sede en sede, el señor Rajoy, cambiando a los secretarios de Estado, a los subsecretarios y a toda la panda que su antecesor había colocando. ¡Menuda mano izquierda!

Y si la memoria no me falla, por atreverme a citar confiando en ella, José Antonio Labordeta, autor del libro Memorias de un beduino en el Congreso de los Diputados, acabó de esta guisa:

-En el hemiciclo, Mariano Rajoy responde desde sus distintos "púlpitos" con certeza. Y, como no tiene un pelo de tonto, lo veremos ocupando un puesto muy alto.

-Por último, De la Torre, me podría explicar usted a qué se debe ese lío que se ha formado con ese artículo de la Constitución, 99-2, del cual se viene hablando sin cesar desde ayer por la tarde.

Todo se debe a que por muy inteligente que sea Rajoy -que lo es-, a veces, muchas veces, le pierde su ambigüedad. Sus respuestas tan imprecisas cual confusas. Y, claro,  la Constitución queda maltrecha. Herida de un ala. Y no está el horno para bollos, oiga.







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