Blog de Manolo de la Torre


Entrenador de fútbol, ha ejercido la profesión 19 temporadas. Escritor en periódicos,
ha publicado una columna diaria, durante dos décadas, en tres periódicos ceutíes.

lunes, 15 de agosto de 2016

Comentaristas, Sampaoli y Lillo

Viendo el partido Sevilla-Barcelona, correspondiente a la Supercopa, hubo un momento en el cual me acordé, una vez más, de Migel Delibes (gran escritor y hombre con don de gentes y que jamás hablaba a tontas y a locas), debido a que éste decía que algunos comentaristas deportivos habían olvidado la revolución informativa que la televisión representaba respecto a la radio y, por tanto, seguían aferrados a los viejos recursos de la efusividad verbal, esforzándose por traducirnos en palabras lo que estábamos viendo con nuestro propios ojos.

El escritor vallisoletano no entendía, como yo tampoco, que el comentarista de fútbol se pasara todo el partido hablando demasiado, incurriendo constantemente en redundancia, repitiendo para el espectador algo que el espectador ya sabía porque estaba siendo testigo de ello. No parecía más que la fogosidad del verbo de Matías Prats -padre- seguía viva en algunos comentaristas, que no comprendían que el vehículo de información en la tele era el ojo, mientras el oído había quedado reducido a un mero complemento.

Los comentaristas de Telecinco, dirigidos por Manu Carreño, volvieron a hablar por los codos para decir nada más que simplezas durante el encuentro Sevilla-Barcelona. Boberías mezcladas a veces con el chascarrillo fácil del cual se reían por desconocer, quizá, que su parloteo -inútil y ridículo- no hacía sino quitarle categoría a una transmisión técnicamente inmejorable por parte de los cámaras.

Tras la introducción, que no ha sido corta, diré algo en relación con el entrenador del Sevilla, Jorge Sampaoli. Llegado al club hispalense con una trayectoria admirable, el técnico argentino ha publicado a los cuatro vientos que él está dispuesto a morir con sus ideas futbolísticas. Que su equipo jugará siempre de la misma manera. Sea cual sea el rival. Y se ha quedado tan pancho. Tan satisfecho como se quedaba Paco Jémez cuando decía lo mismo que Sampaoli y su equipo terminaba perdiendo por seis, siete u ocho goles, cada dos por tres.

Cierto que el Sevilla no es como era el Rayo Vallecano de PJ. Por supuesto que no. Pero Sampaoli debería saber que es una fanfarronada pronuciarse así. Sobre todo estando en un equipo que ha ganado lo que ha ganado con Unai Emery. Y también, cómo no, me resulta sumamente extraño que el entrenador del Sevilla, curtido ya en mil batallas, no conciba que a veces, muchas veces, la idea fija no es la más apropiada ni tampoco la más rentable. Bien porque los jugadores no la conciban o porque los rivales sean capaces de combartila con éxito. Que es lo que hizo el Barcelona el domingo por la noche.

Sin embargo, yo estoy convencido de que el Sevilla tiene mimbres suficientes para seguir siendo un equipo destacado en la Liga BBVA y en Europa, pero asimismo entiendo que las arrogantes declaraciones de su técnico no son de recibo. Puesto que cambiar de criterio -en este caso de sistema- porque así lo exijan las circunstancias del juego, por muchas y variadas causas, ni daña su prestigio ni puede achacársele que su proyecto se haya convertido en humo.

Ahora bien, confieso que yo desconocía, hasta ayer por la noche, que Juan Manuel Lillo es ayudante de Sampaoli. Así que mucho me temo que el argentino tenga ya pájaros en la cabeza. Menos mal, para bien del Sevilla, que Ramón Rodríguez Verdejo, conocido como Monchi, subdirector general deportivo del club, tiene las ideas tan claras como intacta la capacidad de reaccionar en cualquier momento, a media vuelta de manivela, para enmendar yerros.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Comenta mis escritos ,pero desde el respeto.

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.