Blog de Manolo de la Torre


Entrenador de fútbol, ha ejercido la profesión 19 temporadas. Escritor en periódicos,
ha publicado una columna diaria, durante dos décadas, en tres periódicos ceutíes.

martes, 16 de agosto de 2016

Miscelánea

Visito a Pablo Guerra en su despacho de la redacción de Ceuta Actualidad. Y lo primero que hago es felicitarlo porque el periódico digital ha superado los 84.700 usuarios en julio. Lo cual no es cosa de poca importancia. Eso sí, tan excelentes datos obligan a Anselmo F. Caballero, su director y magnífico periodista, a impedir que nadie se duerma en los laureles. Algo que, conociendo a Anselmo, no se producirá. Entre otras cosas, porque tiene la gran suerte de tener muy buenos profesionales.

Callejeando por la ciudad me doy de bruces con José María Campos Martínez. A quien no veía desde hacía mucho tiempo. Así que anduvimos un trecho hablando. A mí siempre me ha gustado charlar con JMC. Incluso cuando los había que lo tildaban de estirado. Y es que yo entendí bien pronto que un señor licenciado en Derecho y Ciencias Sociales, lector empedernido, escritor y empresario relevante, era merecedor de suma atención.


En esta ocasión, y en vista de que la distancia recorrida ha sido muy corta, lo conversado ha dado para muy poco. Ahora bien, el hallarnos hoy me ha servido para recordar lo que José María me dijo cuando coincidimos con anterioridad: "¿Por qué no escribes libros sobre lo que has vivido?" Y creo que le respondí de esta manera: porque me lo impiden los artículos que escribo diariamente para salir adelante.

Pocos minutos después, y a la altura de el Mesón de la Dehesa, me paro con Julián Muñoz; el cual viene de frente en compañía de su hijo. Julián es un tipo que me cae muy bien. A quien aprecio, vamos. Y no me inquieran por qué... Y lo primero que hago es preguntarle por algo que le tuvo muy preocupado durante cierto tiempo. Ahora, tras haber superado el problema, lo cuenta con pelos y señales. Julián Muñoz, amén de empresario distinguido, ha conseguido, mediante la lectura, hacerse con una cultura notable. Me consta que se ha leído parte de la obra de Gustavo Bueno, recientemente fallecido, entre otras muchas.

Me doy mi vueltecita por el Hotel Tryp, antes de regresar a mi lar, ya que el calor aprieta de lo lindo. Menos mal que el viento de levante nos ha concedido una tregua para que todos recuperemos el tino. Y allí le doy palique a una recepcionista, siempre dispuesta, salvo si el trabajo se lo impide, a chacharear. A mí me gusta, debido a que la conozco desde hace tiempo, decirle que su cintura es tan breve como lo era la corona de Carlomagno. Y mi amiga, que es un encanto de mujer, lo acepta como un cumplido de quien jamás se pasó con ella de la raya del tercio que marca los límites del saber estar.

Luego, una vez cumplido el trámite del piropo aceptado, pues no está el patio para requiebros indeseados, mi amiga saca a relucir el daño que está haciendo el levante en los chiringuitos de las playas gaditanas. Y a mí se me viene a la memoria el levante, levantera y levantazo. Tres denominaciones para medir y expresar la fuerza del viento dominante en esa zona.

Ni que decir tiene que el levantazo es el no va más de un aire en movimiento capaz de cambiarle el carácter a la persona más centrada. "Ya saltó el levante". Y los gaditanos, inmediatamente, le echaban las culpas a los antiguos seminaristas que habían salido a pasear el jueves y traían tan mala suerte que al día siguiente había una levantera enorme... (El habla de Cádiz).

La risa de mi amiga, con una cintura tan breve como la corona de Carlomagno, tampoco es para pasarla por alto.


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