Blog de Manolo de la Torre


Entrenador de fútbol, ha ejercido la profesión 19 temporadas. Escritor en periódicos,
ha publicado una columna diaria, durante dos décadas, en tres periódicos ceutíes.

miércoles, 10 de agosto de 2016

Conversaciones en la calle

El martes pasado, a esa hora vaga de mediodía, coincidí con Antonio Gil, ex secretario general de la FETE-UGT de Ceuta, y nos pusimos a charlar muy cerquita del Hotel Ulises. Conversar con AG es siempre motivo de satisfacción para mí. En esta ocasión, nos dio por hablar sobre el rencor. Al cual conviene vigilar por ser un comportamiento tóxico. A mí se me ocurrió decir lo siguiente: lo mismo que hay un alimento para reducir el colesterol malo, debería haber otro para impedirle al rencor que se convierta en odio.

También la soberbia salió a relucir en nuestra charla. Ese orgullo desmedido al cual solemos recurrir para sentirnos por encima del otro. La arrogancia, mezclada con desencuentros personales, produce, por ejemplo, que los señores Rajoy y Sánchez no quieran entenderse. Y en sus desencuentros no juegan solamente las discrepancias políticas, sino que dan muestras evidentes de odiarse cordialmente. En este caso, el encono entre ambos no deja de ser una auténtica tragedia personal y política. Porque fractura la vida de los ciudadanos.

Despidiéndome estaba de AG cuando me abordó Juan Domínguez-Berrueta de Juan: Magistrado Juez de lo Social. A quien conocí recién llegado él a la ciudad. Por los años de... bueno, muchos años. Tuve la suerte, además, de tratarlo para darme cuenta de que su carácter especial, mezcla de timidez y un gran sentido del humor, está revestido de una cultura amplisíma. La cual esparce en el ambiente como si tal cosa.

Don Juan, tan afable como siempre, me puso al tanto de que se aproxima la hora de dejar Ceuta. Y que, por motivos familiares, le tocará residir en Ponferrada. Y, antes de que yo dijera ni pío, se expresó de la siguiente manera: "Me he acostumbrado a residir en esta tierra y la echaré de menos cada día. ¡Qué hago yo, Manolo, después de tantísimos años viviendo en Ceuta, yéndome tan lejos de ella!".

Nos dejará, cuando llegue su momento, un hombre de gran valía.

Tras las palabras de don Juan encaminé mis pasos hacia la calle Jaudenes. Y en ella hallé a Alberto Gallardo. A quien yo hacía pasando unos días en la Península. Pero me dijo que algo imprevisto le había hecho regresar a Ceuta. Eso sí, mi amigo ha vuelto luciendo tipo. Se le nota que está cumpliendo, con disciplina espartana, la tarea encomendada por su preparador físico.

En fin, que llevaba casi dos meses sin ver a mi amigo. Sí, mi amigo. Palabra que yo suelo usar con cuentagotas. ¿Pasa algo? Y aprovecho la ocasión, por más que a él no le haga mucho tilín, para contarlo en esta plaza pública.






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