Blog de Manolo de la Torre


Entrenador de fútbol, ha ejercido la profesión 19 temporadas. Escritor en periódicos,
ha publicado una columna diaria, durante dos décadas, en tres periódicos ceutíes.

miércoles, 24 de agosto de 2016

Entrenadores vergonzantes

A veces me preguntan si para ser un buen entrenador es condición indispensable haber sido un extraordinario jugador de fútbol. Y mi respuesta es siempre la misma: un buen jugador no es necesariamente un buen entrenador, como un buen borracho no es necesariamente un buen encargado de un bar. Yo he conocido futbolistas que jugaban de maravilla pero que no sabían ni papa de fútbol.

Ahora bien, si además de haber actuado en la máxima categoría del deporte rey, durante años, el jugador reúne las cualidades exigibles a cualquier técnico, miel sobre hojuelas. Ya que así gozará de las mejores oportunidades para desempeñar su cargo. Lo dicho no deja de ser una verdad que no necesita demostración.

Perdonen que hable de mí, pero lo creo conveniente: yo jugué nueve temporadas en categoría nacional. Las dos últimas fui la prolongación de mi entrenador en el campo. Cuando aún era veinteañero. Un día me levanté de la cama y decidí sentarme en los banquillos. A los que llegué en plenas condiciones físicas y creo que hasta síquicas. Y en ellos me mantuve diecinueve temporadas. Y, sin ánimo de presumir, abandoné la profesión porque me salió de los dídimo.

Traigo esto a colación, debido a que estoy harto de oírles decir "pamplinas de la Plaza Mina" a no pocos entrenadores. Me explico: casi todos los técnicos que no han conseguido ser jugadores profesionales, aunque gocen de prestigio, cuando se les pregunta al respecto, salen contando el cuento del alfajor:

-Yo jugué en el equipo tal... -las más de las veces pertenecientes a una pedanía-; pero, debido a que me fracturé tibia y peroné, dejé el fútbol a los 19 años.

Otros entrenadores, del mismo corte, les dan la vuelta a la tortilla y se apuntan en su historial como futbolista una prueba que hicieron un día en un filial de un equipo encopetado. Como si les diera vergüenza figurar entre los mejores técnicos sin haber jugado ni a las canicas.

Claro que se puede ser buen entrenador sin haber actuado en la Serie A, en la Premier League, en la Liga BBVA o en la Liga Santander. Incluso sin haber sido futbolista: como es el caso de José Mourinho. Éste, amén de cualidades para serlo, supo aprovechar su empleo como intérprete de entrenadores del Barcelona. El cual  le permitió conocer cómo se las gastan los futbolistas. Que no es cuestión baladí.

Así que sigo sin entender a los entrenadores que se expresan vergonzantemente cuando debieran responder abiertamente a la pregunta de si han jugado -o no- al fútbol en categoría nacional. La clásica pregunta que más daño les hace, aunque ellos no lo crean, porque terminan exponiendo su complejo en plaza pública. Contando mentiras que no cuelan.




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